Foto: Cuba Noticias 360
Texto: Fede Gayardo
Activistas por los derechos de los animales en Cuba levantaron nuevamente su voz esta semana tras la revelación de un serio caso de zoofilia ocurrido en Majagua, Ciego de Ávila, donde un joven con discapacidad intelectual terminó en un quirófano después de ser forzado a participar en un “acto” que fue grabado y compartido en redes sociales.
La preocupación surgió tras una publicación del grupo BAC-Habana titulada “Caballos, gallinas y silencio: la zoofilia que Cuba no quiere mirar”, en la que se describió el incidente como un episodio de “violencia sexual extrema contra un animal y contra una persona vulnerable”, un hecho que, según afirman, no puede ser considerado como un simple morbo temporal ni como una broma rural.
La organización detalló que el joven, de aproximadamente 23 años, fue atendido en un hospital por un enfermero local, Yasel Morales Martínez, quien observó directamente las lesiones provocadas por la agresión.
BAC-Habana destacó que lo más perturbador no fue solo la grabación en sí, sino las reacciones que provocó: comentarios de vecinos justificando el abuso -“él lo hacía porque le gustaba”, “ya lo había hecho otras veces”- y la actitud de quienes presenciaron el hecho sin intervenir. “En vez de proteger a ese joven enfermo y detener la agresión contra el caballo, lo animaron, lo grabaron, lo convirtieron en espectáculo. Eso se llama complicidad. Eso se llama abuso”, denunció el grupo.
El colectivo también recordó que este no es un incidente aislado, sino parte de un patrón arraigado durante décadas en áreas rurales del país. Muchas historias se escuchan “entre tragos de ron”, donde se normaliza el abuso de yeguas, chivas, gallinas o perras como si fuera parte del folclore campestre. “No lo son”, advierte BAC-Habana. “Son prácticas de violencia sexual contra animales que sienten dolor, miedo y terror, exactamente igual que cualquier ser vivo”.
La publicación expone cómo estas agresiones a menudo destruyen órganos internos, causan sufrimiento extremo y quedan impunes ante el silencio de vecinos, familiares o autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.
El grupo también recordó uno de los casos más desgarradores de los últimos años: el de una perrita callejera brutalmente violada en 2020 en Alamar, La Habana, que fue rescatada en estado crítico y posteriormente adoptada por el activista Javier Larrea Formoso. Hoy se llama Esperanza y se ha convertido en un símbolo del movimiento animalista cubano. “Esperanza de que ningún animal tenga que pasar por lo que ella vivió. Esperanza de que exista una Ley de Protección Animal real y aplicable”, escribió BAC-Habana al referirse al impacto que tuvo su historia en la aprobación del Decreto-Ley 31, aunque subrayan que aún es insuficiente para abordar delitos tan graves.
Según la denuncia, lo sucedido en Majagua vuelve a evidenciar fallas estructurales, ya que los agresores actúan con impunidad, hay comunidades que toleran o celebran el abuso, autoridades que rara vez investigan a fondo y una nueva dimensión de crueldad aumentada por las redes sociales, donde la violencia se convierte en contenido viral. “Filmar una violación a un animal y subirla es también violencia. Compartir esos videos es revictimizar”, recalcaron.
El caso, señalan, tiene un agravante aún mayor: la participación forzada de una persona con discapacidad intelectual. “No se trata solo de que ‘él quería hacerlo’. Una persona en esas condiciones no puede ser considerada plenamente responsable en un contexto donde el entorno se ríe, empuja, aplaude y filma”, advierte la publicación.
El grupo animalista exige que se investigue no solo el abuso, sino también la explotación del joven y que se den respuestas sobre quién organizó el acto, quién lo grabó, quién compartió las imágenes y quién permitió que la agresión ocurriera.
Para la organización, lo sucedido debe marcar un punto de inflexión. “La zoofilia es violencia, es crueldad, es un delito que debe estar claramente tipificado y sancionado en Cuba. No es folclore, no es tradición, no es ‘lo que siempre se ha hecho en el campo’”, afirmaron, enfatizando que la verdadera dignidad del campo cubano no tiene nada que ver con estos actos. Exigen procesos penales, sanciones ejemplares y una postura decidida de Salud Pública, el Ministerio del Interior y la Fiscalía.
El llamado final es para toda la sociedad: romper el silencio, dejar de celebrar lo que llaman “gracia” o “morbo barato para Reels” y asumir, de una vez por todas, que cada una de estas historias deja una herida en un animal, en una persona vulnerable, y en la conciencia colectiva del país.