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Texto: Fede Gayardo
Este domingo 14 de diciembre, una celebración que marcaba el inicio de la festividad judía de Hanukkah en Bondi Beach, Sidney, se tornó en una tragedia, siendo calificada oficialmente por las autoridades australianas como un atentado terrorista de motivación antisemita.
Alrededor de las 6:45 p.m. (hora local), mientras cientos de personas disfrutaban del evento “Chanukah by the Sea” organizado por la comunidad judía en las cercanías de Archer Park, dos hombres armados comenzaron a disparar desde un puente peatonal que domina el área. Los disparos generaron pánico entre la multitud, que trató de escapar.
Los testigos relataron que el caos se desató de inmediato. Las balas sonaron durante varios minutos, provocando que los asistentes corrieran hacia la playa o las calles adyacentes, mientras otros se ocultaban entre la arena y los puestos del evento, como se evidencia en las imágenes difundidas por medios de comunicación internacionales.
Hasta el momento, los informes oficiales indican que entre 15 y 16 personas perdieron la vida, incluyendo a una niña de aproximadamente 10 años, un rabino británico presente en la celebración y un sobreviviente del Holocausto que había estado en Australia por décadas. Las edades de las víctimas oscilan entre los 10 y 87 años.
Además, al menos 40 personas resultaron heridas, incluidos miembros de la policía que respondieron al ataque y varias familias que celebraban la festividad. Muchos fueron trasladados a hospitales en Sidney con lesiones de variadas gravidades.
La policía de Nueva Gales del Sur ha identificado a los presuntos atacantes como Sajid, un hombre de aproximadamente 50 años, y su hijo de 24, Naveed Akram. Las autoridades informaron que el padre fue abatido por la policía en el lugar, mientras que el hijo fue herido y arrestado en estado crítico.
En la escena se encontraron armas largas y artefactos explosivos improvisados en un vehículo relacionado con los atacantes, que fueron desactivados por equipos especializados.
Naveed Akram había sido objeto de evaluación por parte de la agencia de inteligencia australiana (ASIO) en 2019 por posibles conexiones con un grupo vinculado al Estado Islámico, aunque no se le consideró una amenaza inminente en ese momento.
Durante el ataque, varias personas actuaron rápidamente para salvar vidas. Entre ellas, Ahmad al Ahmad, un frutero de Sídney de 43 años, reconoció la situación y logró desarmar a uno de los agresores, previniendo así más víctimas. Ahmad sufrió heridas en el brazo y la mano durante el enfrentamiento, pero fue elogiado por su valentía por las autoridades y líderes políticos.
Asimismo, se dieron a conocer conmovedores relatos de heroísmo, como el de una mujer que, herida, cubrió con su cuerpo a una niña de tres años para protegerla hasta que pudo ser rescatada por sus padres.
El Primer Ministro australiano, Anthony Albanese, describió el suceso como “un acto de malvado antisemitismo y terrorismo que ha golpeado el corazón de nuestra nación”, resaltando que se trata del ataque más letal en Australia desde la masacre de Port Arthur en 1996.
El ataque ocurrió en medio de un aumento de incidentes antisemitas en Australia desde el inicio de la guerra en Gaza, lo que ha preocupado a líderes comunitarios y políticos sobre la seguridad de las minorías religiosas en el país.
La policía ha declarado la zona como escena del crimen y mantiene un nivel de inspección y vigilancia reforzada en toda Sidney para evitar nuevos brotes de violencia. Las investigaciones prosiguen para esclarecer las razones y si hubo colaboración externa en la preparación del atentado.
A medida que Australia y la comunidad internacional enfrentan las repercusiones de este ataque, los sobrevivientes, las familias de las víctimas y los testigos continúan recibiendo atención médica y apoyo psicológico tras un día que convirtió una festividad de luz y esperanza en una tragedia.