Foto: Ernesto Arturo Santana / Facebook
Texto: Raúl del Pino
La figura de Víctor Mesa, aunque alejada de los focos mediáticos en años recientes, continúa siendo una de las más admiradas y controvertidas en la historia del deporte cubano. Su reciente visita a Cuba y sus paseos por el Latinoamericano reavivan la necesidad de un personaje de su envergadura para el deteriorado pasatiempo nacional.
Mucho se ha comentado sobre el emblemático center field de Villa Clara. Su trayectoria en la esfera pública ha estado marcada por polémicas que a menudo iban más allá de lo estrictamente deportivo. Su personalidad y carácter lo convirtieron en un protagonista excepcional, que en numerosas ocasiones cruzó los límites de lo aceptable.
El legendario VM32 fue, en primer lugar, un pelotero excepcional, de los mejores en el equipo Cuba que lo conquistó todo entre las décadas de los 80 y 90. Tras su retiro, se reinventó como un mánager controvertido que, aunque nunca obtuvo un título nacional —para regocijo de quienes lo critican—, revolucionó el béisbol antillano con sus métodos de dirección poco convencionales pero efectivos.
Hace aproximadamente cinco años, Víctor decidió emigrar a Estados Unidos con su familia, tras haber acumulado alrededor de 15 años como timonel en clubes de México, Villa Clara, Matanzas e Industriales. En Miami, celebró la firma de contratos por parte de sus hijos Víctor Víctor y Víctor Mesa Jr. El menor de ellos, incluso, logró debutar este año en las Grandes Ligas.
No obstante, su ruptura con la isla nunca ha sido total y, de vez en cuando, regresa a su lujosa casa en Vedado. Además, suele visitar el Latino siempre que puede, para socializar con directivos, ex compañeros y aficionados en general, quienes no escatiman esfuerzos por captar una foto o unas palabras de él.
Así ha sido en las últimas semanas. Varias páginas digitales que siguen la actualidad deportiva han documentado su presencia más de una vez en el Coloso del Cerro. Como si lo hiciera a propósito, ha escogido vestimenta muy llamativa, con camisetas coloridas y sombrero, además de una barba cada vez más canosa. Sin embargo, hace años que no ofrece declaraciones oficiales, ni en Cuba ni en Miami.
Más allá de sus notorias incursiones en el Latino, sin duda refrescantes para los cada vez menos aficionados que asisten al que fue el templo del béisbol cubano, algunos sugieren que su regreso a Cuba podría relacionarse con el Clásico Mundial de Béisbol. De hecho, cuando a principios de año se mencionaban posibles candidatos para sustituir a Armando Johnson, su nombre apareció en algunas listas, aunque fue rápidamente descartado.
Aunque en la isla pocos apostarían a que Víctor tenga actualmente algo que ver con la Federación Cubana de Béisbol (FCBS) o con la selección nacional, su experiencia en este tipo de eventos podría convertirlo en alguien a quien vale la pena, al menos, escuchar.
Mesa dirigió el equipo Cuba que participó en la III edición del torneo en 2013, una escuadra llena de talentos que luego emigraron y llegaron a las Grandes Ligas: José Abreu, Yulieski Gurriel, Yasmani Tomás, Erisbel Arruebarruena, Raisel Iglesias, José Miguel Fernández.
Ahora, por segunda edición consecutiva, la FCBS convocará a jugadores residentes fuera del país y con experiencia en béisbol profesional, incluidos varios integrantes de MLB. Aprender a manejar tantos egos y figuras de distintos orígenes podría ser un ámbito en el que Víctor tenga algo que ofrecer a Germán Mesa. ¿Quién sabe si ha influido en las negociaciones con algunos jugadores exiliados?
En cualquier caso, su personalidad extrovertida brinda un soplo de aire fresco a una pelota cubana cada vez más sombría y caótica, sin atractivo mediático alguno salvo cuando surge una nueva controversia. Por mucho que algunos se esfuercen en negarlo, una figura como la de VM32 siempre será necesaria en los estadios, porque el espectáculo también es parte del juego, y en eso Víctor es un auténtico maestro.