Texto y Foto: Cuba Noticias 360
En la mayoría de los mercados de La Habana, la libra de malanga se comercializa actualmente a 160 pesos cubanos, un precio que evidencia el deterioro del acceso a los alimentos más esenciales en Cuba. No es un producto de lujo ni una novedad importada, sino uno de los alimentos más básicos en la dieta cubana, especialmente para bebés, ancianos y personas con condiciones digestivas vulnerables.
A lo largo de décadas, la malanga ha sido sinónimo de alimentación “segura”: fácil de digerir, recomendada por médicos, y frecuentemente presente en hospitales, así como en los primeros purés que prueban los niños. Sin embargo, hoy en día, su costo la aleja de muchas mesas.
Con un salario mínimo que apenas supera los 2.000 pesos y un salario medio que ronda los 6.000, pagar 160 pesos por una sola libra de malanga representa un gasto difícil de afrontar para muchas familias. Una compra básica para varios días puede significar una parte considerable del ingreso mensual.
Para aquellos que cuidan a un bebé, un enfermo o un adulto mayor, la situación es aún más complicada. La malanga no es fácilmente reemplazable: cuando hay problemas digestivos, dietas médicas o alimentación infantil, pocas viandas cumplen la misma función.
La malanga: del hospital a los mercados privados
Tradicionalmente, la malanga era uno de los alimentos asegurados en hospitales y círculos infantiles. En la actualidad, la escasez y la falta de producción han hecho que su consumo se desplace casi completamente a los mercados agropecuarios y puntos de venta privados, donde los precios fluctúan sin un control efectivo.
En este contexto, el ñame se presenta como la alternativa más cercana, aunque tampoco es económico ni siempre está disponible. Otras viandas como la yuca o el boniato no cumplen la misma función nutricional ni digestiva, especialmente para los bebés.
Producción en crisis y precios al alza
El incremento en el precio de la malanga se debe a varios factores: la caída de la producción agrícola, los altos costos de transporte vinculados a la escasez de combustible, la pérdida de incentivos para los campesinos y una cadena de intermediación cada vez más larga, entre otros.
El resultado es que un producto básico se ha convertido en un artículo casi de lujo, dependiente del mercado informal y del poder adquisitivo de cada familia.
Que la malanga alcance los 160 pesos la libra no es solo un dato económico: es un síntoma que refleja hasta qué punto la crisis alimentaria en Cuba ha afectado incluso a los alimentos más elementales, aquellos que históricamente se reservaban para los momentos de mayor vulnerabilidad y que podían ser consumidos diariamente, de ser necesario.
En la Cuba actual, alimentar a un bebé o seguir una dieta médica adecuada se ha convertido en un desafío, marcado no por la falta de conocimiento, sino por la falta de acceso.
