Foto: RRSS
La cultura cubana llora la pérdida del actor Raúl Enríquez Zerequera, una figura esencial de la televisión nacional por más de cuatro décadas y uno de los intérpretes más respetados de su época.
Desde los años 80, Enríquez Zerequera se reafirmó como un pilar de la pantalla chica, con una carrera caracterizada por la dedicación, el rigor artístico y un profundo amor por su oficio. Su labor constante por más de 30 años lo destacó no solo como actor, sino también como escritor y director teatral, siempre aportando una mirada comprometida y reflexiva al arte escénico.
El público recuerda su rostro especialmente por sus actuaciones en diversas telenovelas y dramatizados, así como por su notable participación en Tras la huella, uno de los programas más populares de la televisión cubana, donde interpretó personajes de gran fuerza dramática y profundidad actoral.
Su talento le permitió abordar personajes complejos, muchas veces enredados en conflictos morales y tensiones humanas profundas. Más allá de los papeles protagónicos, construyó una carrera admirada por millones de cubanos que lo conocieron a través de la pantalla, así como por sus amigos y seguidores cercanos que hoy lo lloran.
El último trabajo de Raúl Enríquez Zerequera corresponde a la telenovela Ojo de Agua, ya finalizada y en espera de estreno, en la cual asumió un personaje de gran carga dramática.
Familiares, colegas y espectadores rinden homenaje hoy a un actor humilde, serio y profundamente conectado con la historia de la televisión cubana, cuya obra quedará como parte del patrimonio artístico de la nación.
En redes sociales, el también actor cubano Erdwin Fernández compartió un emotivo mensaje tras enterarse de la fallecimiento de su amigo.
Esta mañana, relató, un hombre muy amable se acercó para entregarle un abrazo de Raúl, y él respondió con un beso y la broma de que “ese es un bandido”.
“Me sentí muy feliz, pues es hermoso recibir saludos de alguien que, a pesar de la distancia, siempre mantuvo nuestra amistad intacta y a prueba de cualquier insulto externo… por pensar y expresarse de manera ‘diferente’, por lo que fuera y con cualquiera”, comentó.
“Jodedor, berrinchoso, amante de bromas y buenos momentos, excelente ACTOR Y DIRECTOR, sin tapujos: «Al pan, pan y al vino, vino», era su lema.”
Según Erdwin, su vida estuvo dedicada al arte y a una amistad inquebrantable.



