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Aunque el gobierno cubano ha atribuido tradicionalmente la escasez de alimentos en la isla al embargo estadounidense, los datos actuales revelan una realidad diferente. Entre enero y septiembre de 2025, Estados Unidos exportó a Cuba 33,6 millones de dólares en carne de cerdo, lo que representa más del doble de los 16,3 millones registrados en el mismo período de 2024, según estadísticas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
Este incremento posiciona a la carne porcina como uno de los sectores de mayor crecimiento en las exportaciones estadounidenses hacia la isla en 2025, contradiciendo así la narrativa de que las restricciones externas impiden el acceso a alimentos básicos.
La noticia del aumento en las exportaciones de carne de cerdo podría ser alentadora, especialmente en diciembre, cuando la cultura cubana suele celebrar la Navidad y el fin de año asando una pierna del cerdo o disfrutando de masas fritas y buenos bistecs. Sin embargo, este aumento en las compras del exterior coincide con un colapso sostenido en la producción porcina nacional. Según cifras oficiales citadas por medios no estatales como Diario de Cuba, la isla pasó de producir aproximadamente 200.000 toneladas de carne de cerdo en 2018 a apenas 9.000 toneladas en 2024, una caída histórica que evidencia la falta de insumos, piensos, financiamiento y condiciones mínimas para los productores.
Dicha debacle ha llevado al Estado cubano a depender crecientemente de las importaciones, incluso desde el país al que públicamente atribuye el desabastecimiento interno.
Cuba enfrenta otro diciembre sin suficiente carne de cerdo
A pesar del crecimiento en las importaciones, la carne de cerdo sigue siendo inalcanzable para la mayoría de los cubanos. En los mercados agropecuarios y en puntos de venta gestionados por mipymes, el precio promedio de la libra se aproxima a los 1.000 pesos cubanos, una cifra que equivale a casi una sexta parte del salario medio mensual, establecido oficialmente en 6.649 pesos, y cerca de la mitad del salario mínimo, que es de 2.100 pesos.
El resultado es una paradoja: el país importa más carne de cerdo que nunca desde Estados Unidos, pero sigue siendo un lujo accesible solo para una minoría que cuenta con divisas, remesas o ingresos bastante por encima del promedio nacional.


