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La política exterior de México hacia Cuba ha cobrado relevancia en el Congreso de Estados Unidos en un contexto de alta sensibilidad regional. El congresista republicano Carlos A. Gimenez, representante por Florida, acusó públicamente al Gobierno mexicano de haber enviado más de 3.000 millones de dólares en petróleo a la Isla entre mayo y agosto de este año, una acción que, según él, contradice los intereses de seguridad nacional de Washington y del presidente Donald Trump, y podría infringir marcos legales vigentes.
Las afirmaciones del legislador fueron formalizadas en una carta dirigida al secretario del Tesoro, Scott Bessent, y al senador cubanoamericano Marco Rubio, en la que pide que este tema se incluya en la agenda de la próxima renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Gimenez argumenta que el acuerdo comercial debe incorporar mecanismos de presión para forzar a México a distanciarse políticamente del Gobierno de La Habana.
Desde 1959, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han estado marcadas por el enfrentamiento político, el embargo económico y continuos intentos de aislamiento internacional. En este escenario, Washington ha prestado especial atención a los vínculos de La Habana con países aliados en la región, a los que acusa de contribuir a la supervivencia económica del sistema cubano.
México, que nunca rompió relaciones diplomáticas con Cuba tras la Revolución, ha mantenido una política exterior diferenciada respecto a Washington; sin embargo, su estrecha interdependencia económica con Estados Unidos ha convertido esa postura en un foco recurrente de fricción.
En su pronunciamiento más reciente, Gimenez fue más allá del tema energético, indicando que la presidenta Claudia Sheinbaum mantiene una “relación preocupante” con el Gobierno cubano, vinculando dicha política a redes criminales regionales, incluyendo el Cártel de los Soles, señalado por Estados Unidos como una estructura ligada al narcotráfico en Venezuela.
El congresista solicitó tres acciones específicas al Gobierno mexicano:
- Intensificar la lucha contra organizaciones catalogadas por Washington como narco-terroristas.
- Finalizar los programas de contratación de médicos cubanos, los cuales EE.UU. considera una forma de explotación laboral.
- Detener de inmediato los envíos de petróleo a Cuba.
“El socio comercial más cercano de Estados Unidos no puede seguir respaldando dictaduras ni estructuras criminales transnacionales”, afirmó Gimenez en su comunicación oficial.
Cuba, Suministros de Petróleo y presión comercial
Las acusaciones contra México se producen en un clima de mayor escrutinio sobre los aliados energéticos de Cuba. Esta misma semana, The New York Times reveló nuevos detalles sobre el flujo de petróleo venezolano hacia la Isla, un abastecimiento clave para la economía cubana tras el colapso de su producción interna.
Para analistas en Washington, el simultáneo señalamiento a Venezuela y México sugiere un endurecimiento del discurso estadounidense contra cualquier país que contribuya a sostener al gobierno cubano, especialmente en un momento en que se revisan acuerdos comerciales estratégicos, como el T-MEC.
Hasta el momento, el Gobierno mexicano no ha emitido una respuesta pública a las acusaciones ni a la solicitud formal presentada ante el Departamento del Tesoro y el Departamento de Estado de Estados Unidos.



