Foto: Cuba Noticias 360
Texto: Fede Gayardo
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, volvió a expresar una realidad que afecta la vida cotidiana de millones de personas en la isla. En su intervención en el XI Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el mandatario reconoció sin tapujos que el país está viviendo una situación “indudablemente crítica”, caracterizada por profundos desequilibrios económicos, tensiones sociales en aumento y un deterioro evidente de los servicios básicos.
Al evaluar el estado de la economía, Díaz-Canel enumeró indicadores alarmantes. “Con el cierre del tercer trimestre, el PIB decrece un 4%, la inflación se dispara, la economía está parcialmente paralizada, la generación térmica es crítica y los precios permanecen elevados”, afirmó. Aunque no proporcionó cifras oficiales sobre la inflación, economistas independientes la estiman por encima del 15% que reconocen las autoridades.
El gobernante indicó que ni el sector agrícola ni la industria alimentaria están cumpliendo con las demandas de la población. “Las producciones agropecuarias y de la industria alimentaria no satisfacen las necesidades de la población”, dijo, añadiendo que el impacto del huracán Melissa ha agravado un panorama ya frágil.
Más allá de las estadísticas, Díaz-Canel describió un malestar social en crecimiento. Habló de una “inconformidad generalizada” frente a “lo que funciona mal o no funciona”, y criticó la proliferación de reuniones y estructuras burocráticas que, según él, “no resuelven nada”.
En ese contexto, lanzó una crítica directa a las desigualdades palpables en la sociedad cubana actual: “Pequeños grupos poblacionales parecen tener todos los problemas resueltos, algunos incluso presumiendo de su estatus económico, mientras la mayoría no puede satisfacer totalmente necesidades básicas”.
El tema energético fue central en su discurso. Las largas interrupciones del servicio eléctrico, ocasionadas por la falta de combustible, lubricantes y el mantenimiento del sistema termoeléctrico, admitió, “trastocan completamente la cotidianidad, generan incertidumbre y agravan sentimientos de desesperanza”.
Aunque reconoció la existencia de pobreza y carencias materiales, Díaz-Canel volvió a atribuir su origen principalmente al embargo de Estados Unidos, al que calificó como una “política de asfixia”. Desde esta perspectiva, insistió en que la producción de alimentos debe ser considerada como una “tarea nacional”, con menos obstáculos para los productores y una mayor coordinación a nivel local.
El discurso también dejó claro que no habrá soluciones rápidas. “Que nadie espere soluciones fáciles”, advirtió, mientras apelaba una vez más a la unidad y a lo que denominó “resistencia inteligente”.
Durante el encuentro, el mandatario también abordó la delicada situación sanitaria del país. Reconoció fallos de previsión, la falta de sistemas de alerta efectivos y la creciente presión sobre un sistema de salud afectado por la escasez de recursos, en medio de brotes infecciosos simultáneos. No obstante, concluyó su intervención afirmando que “El camino es de lucha”.



