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A medida que América Latina avanza con dificultad en su recuperación económica, Cuba se sitúa nuevamente en el extremo más vulnerable del mapa regional. Las últimas proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indican que la economía cubana se contraerá un 1,5% en 2025, lo que la coloca junto a Haití como los únicos dos países de la región que concluirán el año en recesión, en contraste con un crecimiento regional estimado en el 2,4%.
Este dato se recoge en el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2025, confirmando una realidad que se refleja con dureza en la vida cotidiana de los cubanos: menos producción, menos ingresos y un deterioro constante del poder adquisitivo en un país afectado por la inflación, apagones prolongados y escasez de bienes esenciales.
De acuerdo con la CEPAL, América Latina continuará atrapada en una fase de bajo dinamismo económico. El organismo mantuvo su previsión de crecimiento regional en 2,4% para 2025 y 2,3% para 2026, y advirtió que la región acumularía cuatro años consecutivos con tasas insuficientes para generar mejoras sostenidas en el bienestar social.
El informe, presentado en Santiago de Chile, alerta que esta falta de impulso limita la reducción de la pobreza y frena la creación de empleo formal.
Bajo ese contexto adverso, Cuba destaca por motivos negativos. Mientras economías como Paraguay, Argentina o Costa Rica muestran señales de recuperación y lideran el crecimiento regional, la isla profundiza su retroceso económico, incluso por detrás de países que enfrentan graves desequilibrios estructurales.
La caída del PIB cubano no sorprende a los analistas ni a los cubanos. Semanas antes, la CEPAL había situado a Cuba entre los peores desempeños de la región en materia comercial. En su informe sobre las perspectivas del comercio internacional, el organismo señaló que el país se encuentra entre los pocos que no lograron crecimiento en el valor de sus exportaciones.
El propio gobierno cubano ha reconocido la magnitud del deterioro. El presidente Miguel Díaz-Canel admitió recientemente que el Producto Interno Bruto cayó más de un 4% al cierre del tercer trimestre, en un escenario marcado por alta inflación, parálisis productiva, crisis energética y desabastecimiento generalizado.
A pesar de este reconocimiento, el discurso oficial sigue atribuyendo la situación principalmente a factores externos, como el embargo estadounidense, mientras que las reformas anunciadas no se traducen en mejoras tangibles para la población, que enfrenta salarios insuficientes, servicios públicos colapsados y una moneda nacional prácticamente devaluada en el mercado informal.
