Foto: RL Hevia (imagen de referencia)
Texto: Fede Gayardo
Los habitantes del barrio de Santa Rosa, en el municipio Cerro, La Habana, llevan meses enfrentando una situación que ha pasado de la incomodidad a la indignación total. Todo se centra en la Panadería “Dos Ríos”, donde el pan que debería llegar a las familias apenas puede considerarse como tal: son “panes diminutos” que se asemejan a “pan de bocadito”, de acuerdo con lo que comentan quienes dependen de este alimento para complementar su alimentación diaria.
La denuncia se hizo pública a través de la página de Facebook “Nio reportando un crimen”, donde una vecina identificada como Teresita Darcourt compartió imágenes y detalles sobre lo que está sucediendo.
Según sus declaraciones, en esa panadería están ofreciendo “panes diminutos, con un gramaje muy inferior al estipulado”, que se venden a 0.75 CUP como parte del pan normado. Sin embargo, el mismo producto aparece después como pan “liberado” a 17 CUP, supuestamente elaborado por una MIPYME que, según afirman los vecinos, “ni siquiera existe”.
La situación resulta aún más sospechosa al compararla con lo que ocurre en otras panaderías cercanas, donde el pan normado mantiene un tamaño y un peso adecuados. Esto ha llevado a que en la comunidad resurja una pregunta que, en Cuba, todos han planteado en algún momento: ¿a dónde va a parar lo que falta?
Para los residentes, la posibilidad de un desvío de recursos se vuelve cada vez más clara. Y aunque esta situación no es nueva, hoy recaen sobre una población afectada por la crisis, que sigue observando cómo se manipulan incluso los alimentos más básicos.
“La indignación crece” comentan los vecinos, ya que mientras el país atraviesa una grave escasez, ellos terminan recibiendo un pan que apenas alcanza para un bocado.
Las fotos enviadas por la denunciante dejan poco espacio a la duda, pues como se observa, los panes son notablemente más pequeños que el tamaño estándar establecido para el consumo normado.
Con ese respaldo visual, la comunidad exige una revisión urgente de la Panadería “Dos Ríos” y, sobre todo, respuestas claros sobre el destino de los insumos que deberían asegurar un producto digno.
En un país donde el pan normado simboliza la supervivencia cotidiana, lo que ocurre en Santa Rosa se ha convertido en un recordatorio más de la fragilidad de los mecanismos que deberían proteger a los más vulnerables. Y esta vez, los vecinos afirman que no están dispuestos a permitirlo.



