Foto: BAC-Habana | Facebook
Texto: Fede Gayardo
En la comunidad de Habana Nueva, situada en Guanabacoa, se produjo la detención de tres hombres que estaban sacrificando a una burra robada. Los vecinos, alertados por comportamientos sospechosos, llegaron justo a tiempo para encontrar al animal en un estado crítico. Según relatan los campesinos de la zona, la escena fue “una imagen que no se olvida”, dejando a todos “en shock”.
La denuncia fue formalizada por Bienestar Animal Cuba (BAC), que a través de su perfil en Facebook informó que este incidente corresponde a un caso que ocurrió el 26 de noviembre, cuando seis animales -cinco yeguas preñadas y una burra- fueron sustraídos de la finca Vista Hermosa, en Bacuranao, Habana del Este.
Gracias a la vigilancia de los residentes, los tres sospechosos fueron localizados y detenidos hasta que llegaron las autoridades. Uno de los animales logró sobrevivir, aunque aún no se ha encontrado el resto. La comunidad no solo identificó a los responsables, sino que grabó lo sucedido, promovió la denuncia y exigió acciones contundentes.
Las reacciones de la ciudadanía, especialmente en las redes sociales, evidencian un agotamiento general. “Es positivo que hayan sido atrapados, lo cual es un avance en medio de tanta injusticia, pero el verdadero problema es que no los dejen en libertad a los tres días”, comentó una usuaria, reflejando un temor común: la rapidez con que muchos agresores regresan a las calles.
La indignación colectiva también sacó a la luz un problema más grande: la falta de una protección legal realmente efectiva. Aunque Cuba cuenta con una Ley de bienestar animal, activistas y ciudadanos señalan que su aplicación es insuficiente.
El debate también ha tocado la identidad de los agresores. Muchos se cuestionaron por qué sus rostros fueron cubiertos en las imágenes divulgadas, considerando la gravedad de la situación. La preocupación no se centra en el escarnio, sino en la prevención comunitaria.
Aunque este episodio es especialmente impactante, no es un caso aislado. En municipios rurales como Camajuaní, Jagüey Grande o San Juan y Martínez, el robo y sacrificio de animales se ha convertido en un fenómeno cotidiano denunciado con frecuencia por los grupos animalistas.
