Foto: World Baseball Classic | X
Texto: Raúl del Pino
Más allá del impacto mediático de la segunda velada profesional de boxeo en Varadero y de los recientes resultados de la 64 Serie Nacional, una noticia ha captado la atención en varios medios y páginas digitales de deportes cubanos en las últimas horas.
“Cuba estará en el terreno en marzo”. Así lo afirmó nada menos que Jim Small, presidente del Clásico Mundial, durante un evento al que asistió en Puerto Rico. El directivo prácticamente aseguró la presencia de la selección cubana, a pesar de que todavía no ha recibido la invitación oficial por parte de los organizadores.
Sin embargo, estas declaraciones que acapararon varios titulares este fin de semana no son nuevas: el también vicepresidente de MLB las realizó en la presentación del trofeo de campeón del Clásico que tuvo lugar en San Juan, la capital de Puerto Rico, a finales de octubre.
Lo complicado de entender es cómo las palabras de Small no habían sido destacadas hasta ahora por la prensa deportiva en Cuba, tanto la oficial como la independiente, considerando que el Clásico es, sin duda, un tema relevante en sus agendas. Una vez redescubiertas, empezaron a difundirse como si fueran noticias recientes. Sin embargo, la diferencia temporal es significativa, especialmente porque contrasta con información publicada la semana pasada.
Según Pelota Cubana, la decisión final sobre la participación de Cuba depende del Departamento de Estado de Estados Unidos, y en particular de su secretario, Marcos Rubio, un funcionario con raíces familiares cubanas y un profundo entendimiento del sistema político en La Habana. Este medio afirmó haber contactado su oficina para clarificar el tema y recibió la siguiente respuesta:
“Los atletas, entrenadores, personal esencial y familiares inmediatos pueden recibir visas cuando viajan para la Copa Mundial, los Juegos Olímpicos o cualquier competencia que el Secretario de Estado determine como un evento deportivo mayor. La excepción no incluye a aficionados. La decisión sobre qué torneos pueden recibir esa clasificación se toma únicamente desde la oficina del Secretario de Estado”.
La clave reside en que el Departamento de Estado clasifique al Clásico Mundial como un “evento deportivo mayor”. Si no lo hace, podrían repetirse las situaciones ocurridas este año con otros eventos para los cuales Cuba solicitó visados —como las eliminatorias de FIBA Americas, el Norceca de voleibol femenino o las Pequeñas Ligas para niñas— y que fueron denegados.
Aunque el Clásico tiene un peso y repercusión mucho mayores que esos torneos, su dimensión política también es más amplia. Por ello, la aprobación para que Cuba participe podría convertirse en un instrumento de negociación o presión en asuntos que trascienden lo deportivo.
Mientras tanto, la Federación Cubana de Béisbol y Softbol no ha hecho comentarios sobre las declaraciones de Small en octubre ni sobre la respuesta del Departamento de Estado a Pelota Cubana, a pesar de que sus directivos realizan conferencias de prensa semanales para tratar temas actuales.
El último pronunciamiento oficial de las autoridades deportivas de la isla se produjo en septiembre, cuando denunciaron que Cuba no había recibido la invitación para enviar el roster preliminar de 50 jugadores, a diferencia del resto de las selecciones clasificadas al Clásico.
De todos modos, esta incertidumbre no es nueva. En ediciones anteriores, los equipos cubanos también han tenido que esperar semanas o meses antes del evento para confirmar su participación. En el torneo pasado, por ejemplo, el permiso llegó en diciembre de 2022, a menos de tres meses del inicio del play ball.



