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Autor: Fede Gayardo
El gobierno cubano ha anunciado la rehabilitación de crematorios y funerarias en La Habana, a pesar de que la ciudad enfrenta un deterioro alarmante en los servicios funerarios, que se ha convertido en la norma.
Durante una reunión liderada por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, los funcionarios del Partido y del gobierno presentaron un nuevo esfuerzo por “recuperar” el sistema funerario de la capital.
Según un informe oficial, las autoridades están trabajando en la reparación de equipos en los crematorios de Santiago de las Vegas y Guanabacoa, mientras afirman que las instalaciones de Berroa siguen operando. También prometen mejoras en 22 de las 24 funerarias de la ciudad y acciones de limpieza en 16 cementerios municipales.
El informe menciona avances en la recogida de basura, con más de 93.000 litros de combustible utilizados en una semana para mover 96.500 metros cúbicos de desechos, una cifra presentada como un logro, aunque la ciudad todavía está rodeada de montañas de basura. Además, se anunció la creación de 77 brigadas de barrido para áreas céntricas, avenidas y espacios concurridos.
La escasez de crematorios ha causado retrasos de varios días en las cremaciones, acumulación de cuerpos y una dependencia total de equipos obsoletos que fallan con frecuencia. Muchas funerarias no han recibido una intervención significativa, y las reparaciones parciales son insuficientes para proporcionar un servicio digno.
La escasez permea todo el sistema; a los problemas mencionados se añaden la insuficiente refrigeración, la falta de urnas, el transporte fúnebre limitado, el mantenimiento técnico deficiente e incluso carencias en la higiene más básica. Familias enteras enfrentan esperas interminables, trámites complicados y condiciones indignas en momentos de profundo dolor, cuando necesitan lo opuesto.
Los cementerios, por su parte, aún reflejan la misma imagen de abandono, con basura acumulada, maleza descontrolada, estructuras deterioradas y pasillos que se desintegran entre escombros.
La crisis de los servicios funerarios se ha convertido en otro reflejo del colapso general de la infraestructura pública en La Habana. Las promesas de reparación no logran resolver las deficiencias del sistema, mientras la población sigue siendo la más afectada en sus momentos más difíciles.



