Foto: Archivo CN360
La creciente ofensiva del gobierno cubano contra el medio independiente El Toque, al que acusa de manipular la tasa del dólar en el mercado informal, ha suscitado dudas y escepticismo entre un considerable número de ciudadanos, economistas y analistas. Mientras las autoridades insisten en que el portal «inflige daños económicos al país», muchos cubanos se cuestionan si un medio digital puede realmente ser responsable de una crisis que lleva años en desarrollo.
En las últimas semanas, el gobierno ha intensificado sus acusaciones contra El Toque, al que señala de «terrorismo financiero», de operar un esquema de «manipulación de divisas» y de contribuir a la escalada de precios.
Las críticas oficiales se centran en la Tasa Representativa del Mercado Informal (TRMI), un indicador que El Toque publica a partir de cientos de anuncios reales de compra y venta de divisas en redes sociales y plataformas de clasificados.
De acuerdo con la narrativa gubernamental, esta tasa sería responsable del encarecimiento del dólar y de la inflación generalizada. Sin embargo, dicha explicación ha sido recibida con escepticismo por especialistas y ciudadanos que han estado enfrentando años de crisis económica caracterizada por la escasez de divisas, el déficit fiscal, la caída de la producción nacional y la desconfianza en el peso cubano.
Economistas y analistas independientes coinciden en que la TRMI actúa como un indicador del mercado, no como su fuerza impulsora, aunque reconocen que la publicación diaria de esta tasa sí influye en las tendencias de compra y venta de divisas internacionales en Cuba.
La metodología de El Toque, que se basa en la recolección automatizada de anuncios, el procesamiento de lenguaje natural y el cálculo estadístico de una mediana, ha sido documentada públicamente y validada en estudios académicos que la consideran útil para medir mercados informales en ausencia de datos oficiales confiables.
“Un sitio web puede influir en las expectativas, pero no tiene capacidad para imprimir dinero, reducir las importaciones ni fijar políticas fiscales”, aseveran los expertos, recordando que las causas de la inflación cubana son estructurales y se han agravado a lo largo de los años por factores internos y externos.
Las críticas también enfatizan que el mercado informal existía mucho antes de la aparición de la TRMI y seguiría funcionando aunque esta referencia desapareciera.
Un culpable casualmente conveniente
Para muchos cubanos, la ofensiva contra El Toque se inscribe en un patrón político: buscar un chivo expiatorio en un contexto económico extremadamente delicado.
La campaña contra el medio incluye, por ejemplo, acusaciones penales, amenazas públicas y cuestionamientos sobre financiamiento internacional, y coincide con un escenario de tensiones sociales tras el paso del huracán Melissa, que causó severos daños materiales y profundizó la crítica situación de abastecimiento en la isla.
En un país donde los datos económicos oficiales suelen publicarse con retraso o de forma fragmentada, la TRMI se ha convertido en uno de los pocos referentes accesibles para medir la realidad cambiaria. Sin embargo, su popularidad también la ha expuesto a convertirse en blanco de ataques cuando sus cifras contradicen la narrativa estatal.
La discusión sobre si El Toque «dispara o no» el precio del dólar refleja un problema más profundo: la lucha por el control de la información económica en Cuba. Para muchos ciudadanos, culpar al medio no aborda la desconfianza en la moneda nacional, la caída del poder adquisitivo ni el deterioro sostenido del sistema productivo.
“Si El Toque deja de publicar mañana, el dólar no va a bajar mágicamente”, escribió esta semana un usuario en redes sociales, reflejando el sentir de quienes ven en esta polémica un intento de desviar la atención de las verdaderas causas de la crisis.
Mientras el gobierno continúa culpando al medio, la mayoría de los cubanos enfrenta una realidad más compleja: un mercado informal que responde a la escasez de divisas, un peso debilitado y un clima económico que no depende de una sola página web, sino de decisiones políticas, productivas y financieras acumuladas durante décadas.
En resumen, es más fácil y cómodo culpar a un medio independiente que a un sistema, aunque ello implique asumir que la voz de ese medio tiene más peso para millones de personas que la de las autoridades o del banco central.



