La hermana de Alejandro Gil hace contundentes afirmaciones: «Se aprovechó de los placeres del poder»

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Foto: RRSS

Texto: Fede Gayardo

Las declaraciones de María Victoria Gil, hermana del exministro cubano de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández, han causado un gran revuelo en las redes sociales y han provocado un intenso debate político tanto dentro como fuera de Cuba.

En una reciente entrevista con la periodista Maylin Legañoa para Telemundo 51, la ex presentadora del programa De La Gran Escena rompió el silencio familiar al hacer afirmaciones que cuestionan la versión oficial sobre el arresto del exfuncionario.

En su relato, la hermana del exministro recordó las conversaciones privadas que mantenía con él antes de su detención. “Muchas veces le dije que la única opción digna que tenía era dimitir y decir ‘este sistema es un fracaso y no quiero ser parte de él’. No lo hizo, porque confió, creyó y estoy segura de que se benefició de las mieles del poder, como todo el mundo”, reconoció, sin quitarle responsabilidades, pero señalando un sistema más amplio de corrupción e impunidad.

“Mi hermano sabe muchas cosas que no convienen a mucha gente que se sepa”, declaró María Victoria, sugiriendo que detrás del caso hay intereses políticos ocultos y una posible lucha interna en las altas esferas del poder en Cuba.

Visiblemente molesta, María Victoria acusó directamente a la élite política cubana de manipular el caso y de utilizar a su hermano como “chivo expiatorio” para encubrir el deterioro económico del país. “Mi hermano y la cúpula tendrán que responder por el daño que le han causado al pueblo de Cuba”, afirmó con firmeza.

El exministro Alejandro Gil Fernández, quien durante años fue considerado el “rostro económico” del gobierno y uno de los colaboradores más cercanos a Miguel Díaz-Canel, perdió su posición a finales de 2024 tras ser arrestado por presuntos delitos de espionaje, corrupción y malversación. Su caso marcó un hito en la política cubana, tanto por su perfil técnico como por su conexión directa con la cumbre del poder.

“¿Alguien puede creer que Alejandro Gil actuó solo?”, repetía María Victoria, planteando una pregunta que muchos cubanos ya se hacen abiertamente. En sus palabras se entrelazan el dolor familiar y una acusación directa al sistema que, según ella, “devora a sus propios funcionarios cuando dejan de ser útiles”.

En las redes sociales, las declaraciones se viralizaron rápidamente, generando apoyo, teorías y nuevos señalamientos sobre posibles fracturas en el núcleo del Gobierno. Para numerosos usuarios, sus palabras confirman la existencia de tensiones internas en el liderazgo cubano y la creciente pérdida de confianza entre sus cuadros políticos.

El caso de Alejandro Gil, que comenzó como un expediente de corrupción, se ha transformado en un símbolo de las fisuras dentro del poder cubano y de la lucha por controlar la narrativa en medio de la peor crisis económica del país en décadas.

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