Malú Trevejo: otra cubana que brilla en el mundo digital y la música urbana.

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Foto: RRSS

Cuando María Luisa Trevejo abrió los ojos en La Habana un 15 de octubre de 2002, seguramente no imaginó todo lo que vendría: mudanzas, idiomas, plataformas digitales, música viral.

Esa niña cubana que se trasladó primero a Madrid y luego a Miami, sin conocimiento de inglés a los 13 años, hoy es uno de los rostros más reconocidos del pop urbano latino y un ejemplo vivo de cómo las redes sociales pueden cambiar vidas.

Tras su llegada a EE. UU., Malú Trevejo se sumergió en un entorno nuevo, repleto de desafíos: un idioma desconocido, una nueva cultura y expectativas. En menos de un año, había aprendido inglés y, poco después, se adaptó al lenguaje digital de los ‘likes’, los ‘reels’ y los ‘trending topics’.

Desde sus inicios en Musical.ly -la plataforma que precedió a TikTok- hasta sus éxitos en Spotify y YouTube, supo construir una identidad que fusiona raíces cubanas con influencias europeas y estadounidenses.

El carisma de Malú se refleja en cifras: casi 24 millones de seguidores en TikTok, más de 10 millones en Instagram, y millones de reproducciones acumuladas en YouTube y Spotify.

Su música, una mezcla de pop latino con reggaetón, toques caribeños y ‘spanglish’, se convierte en la banda sonora de fiestas, bailes virales y rutinas de jóvenes que la siguen en cada lanzamiento. Temas como “Luna Llena”, “Hasta Luego”, “Complicado” o más recientemente “Lluvia” forman parte de playlists que suenan desde California hasta Quito, pasando por Madrid.

La estrategia digital que ha empleado Trevejo no es casualidad. Adelantos en TikTok, desafíos, vídeos cortos que se comparten incesantemente, y coreografías que cualquier fan puede replicar.

Esa combinación de autenticidad, fuerte presencia visual, moda urbana y actitud decidida la distingue. No solo brilla; crea una comunidad leal y activa que celebra cada paso que da.

Sin embargo, los éxitos no llegan sin críticas. A menudo se cuestiona su sensualidad, el uso del ‘spanglish’ y su imagen provocadora. Malú ha respondido a estas inquietudes de la siguiente manera: “Mis haters también son parte del fenómeno. Siempre son los primeros en estar ahí”. Esta habilidad para transformar críticas en visibilidad parece ser parte del juego para muchos influencers en la actualidad, y Malú, con sabiduría, es una de ellas.

Ella representa algo más que el entretenimiento digital. Es un ejemplo de migración cultural, de emprendimiento personal y social. En un mundo globalizado, conecta con audiencias diversas, lleva la voz de lo cubano a lugares inesperados y visibiliza las luchas de identidad entre lo que se deja atrás y lo que se adopta al llegar a otro país.

Su influencia trasciende lo estético; junto a otras influencers de la Isla, promueve moda, lenguaje, belleza, valores, así como participación social y política, desde la autenticidad, el caos, los errores y la reinvención constante.

Desde salir de Cuba con apenas 13 años sin hablar inglés hasta convertirse en un fenómeno global de música e internet, Malú ha demostrado que la perseverancia y la autenticidad pueden abrir puertas que parecen inalcanzables. Su carrera recuerda que el talento, combinado con la capacidad de reinventarse y conectar con el público, trasciende fronteras, generaciones y plataformas.

Para muchos jóvenes cubanos, Malú Trevejo es también un recordatorio de que empezar desde cero no significa limitarse, sino construir un camino propio, paso a paso, hacia un futuro que ellos mismos pueden conquistar.

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