Foto: RL Hevia
Texto: Fede Gayardo
La viceprimera ministra de Cuba, Inés María Chapman, provocó una nueva ola de indignación entre la población al proponer una inusual alternativa para “mantener informados” a los cubanos: sacar televisores a la calle y conectarlos a grupos electrógenos durante los apagones.
En medio del creciente malestar social por los apagones, la escasez de agua y el deterioro de los servicios básicos, Chapman afirmó que “dado el déficit energético, hay personas que no pueden ver la televisión, pero miren, en el lugar donde está el grupo electrógeno se puede sacar un televisor para que la gente lo vea”.
La propuesta de la funcionaria se produjo durante una reunión del programa de gobierno en la que, supuestamente, se buscaban soluciones a las insatisfacciones de la población.
Chapman aclaró que la idea no era solo de ella, sino que provenía del propio Miguel Díaz-Canel, quien días antes reconoció abiertamente que el país no cuenta “con combustible suficiente para la generación eléctrica, el abastecimiento de agua y hasta para controlar la higiene y la distribución oportuna de alimentos”.
El comentario, lejos de suscitar “resistencia creativa”, como promueve el discurso estatal, ha sido interpretado por muchos como un nuevo símbolo del desconcierto del Estado ante la crisis energética y social.
Según un informe de Televisión Cubana, solo en La Habana existe un déficit hídrico superior a 2,000 litros por segundo, lo que afecta total o parcialmente a más de 233,000 habitantes. “Las personas pueden tener sus problemáticas y hay que atenderlas a todas”, insistió Chapman.
Horas antes de sus declaraciones, los cubanos se manifestaron en Centro Habana exigiendo electricidad y agua. En videos difundidos en redes sociales se escucharon gritos de “¡Libertad!” acompañados de reclamos por servicios básicos.
La tensión se ha intensificado en días recientes en el barrio de Los Sitios, donde un grupo de mujeres, acompañadas de niños, bloqueó una de las calles principales. La presencia de menores en estas manifestaciones ha convertido estas acciones en un reflejo del nivel de vulnerabilidad y desesperación que viven miles de familias cubanas.