El régimen cubano obstaculiza la partida de José Daniel Ferrer a pesar de haber consentido su exilio bajo presión.

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Foto: Tomada de CNN

A pocos días de una posible decisión sobre su salida de Cuba, el opositor José Daniel Ferrer sigue confinado en la prisión de Mar Verde bajo condiciones extremas. Su esposa, Nelva Ismaray Ortega, aseguró en una reciente entrevista a Martí Noticias que el gobierno ha convertido el exilio forzoso en una herramienta de chantaje político y que su esposo es víctima de una tortura sistemática.

Ferrer aceptó marcharse del país para proteger a su familia, según explicó en una carta manuscrita con fecha 10 de septiembre de 2025. Sin embargo, su salida no ha tenido lugar. Ortega señala que el Estado retiene sus documentos y presiona para que él emita declaraciones que respalden un diálogo entre el régimen cubano, Estados Unidos y la Iglesia. “No lo va a hacer. Prefiere quedarse preso antes que traicionar sus principios”, afirmó en entrevista con Martí Noticias.

En su carta, Ferrer describe años de golpizas, amenazas de muerte, aislamiento y robos de alimentos. Denuncia que es vigilado de forma constante por oficiales del Ministerio del Interior y obligado a convivir con delincuentes comunes e infiltrados. “Vivo entre quienes pueden matarme en cualquier momento, con la complicidad de los carceleros”, escribe.

Las condiciones de su celda agravan el castigo. Ortega lo describe como pálido, con el cuerpo cubierto de picaduras de chinches y expuesto a las lluvias que inundan el piso. “Apenas le dan medicamentos y muchas veces lo han dejado sin comida. Esto no es arresto, es tortura”, denuncia. Su salud física y mental, dice, se ha deteriorado drásticamente.

El caso de Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), ha captado la atención internacional. El Departamento de Estado de EE. UU. ha exigido su liberación, y Amnistía Internacional lo considera prisionero de conciencia. Ortega insiste en que las presiones sobre él incluyen intentos de manipular su imagen: “Le graban videos para mostrarlo como un agente del régimen, buscan destruir su credibilidad”.

En medio del proceso, la Seguridad del Estado incluso intentó forzarlo a casarse en una fecha simbólica para el oficialismo: el natalicio de Fidel Castro. La intención, según Ferrer, era mostrar obediencia o ruptura con su activismo. “Todo ha sido sucio, todo ha sido un juego para manchar nuestra dignidad”, afirmó su esposa.

La decisión de exiliarse fue tomada antes del 29 de abril, cuando Ferrer fue devuelto a prisión tras la revocación de su libertad condicional. Hoy, la familia espera una respuesta. “Nos han arrebatado casi todo, menos la moral”, concluye Ortega. Si no le permiten salir esta semana, Ferrer estaría dispuesto a seguir en prisión.

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