Artistas cubanos comparten con entusiasmo el destino que elegirían al volver a la Isla.

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Foto: RRSS

Texto: Fede Gayardo 

El perfil de OMG Studio Miami formuló una pregunta sencilla pero llena de significado al elenco de la obra teatral “El Condominio”: “¿Y si pudieras viajar en el tiempo? ¿A qué lugar de Cuba regresarías, aunque solo fuera por 5 minutos?”. Esta interrogante evocó entre los actores cubanos que residen en Estados Unidos recuerdos íntimos y profundas reflexiones sobre la nostalgia de su patria.

Susana Pérez, renombrada actriz habanera nacida en 1952 y establecida en Miami desde 2008, señaló que las despedidas de Cuba continúan marcando su existencia. “Se van mis raíces, se queda mi voz”, expresó, subrayando que el desarraigo deja una huella que resulta imposible de borrar.

Yuliet Cruz Delgado, oriunda de La Habana en 1980 y graduada del Instituto Superior de Arte, compartió cómo el recuerdo de las festividades en la Isla siempre la acompaña: “La noche de Nochebuena en Cuba me persigue; no importa dónde esté, vuelve en cada abrazo que di y no podré volver a dar”.

El actor Alberto Pujol, una figura versátil en el teatro y la televisión, rememoró su antiguo apartamento en 21 y G, que se ha convertido en un símbolo de la vida que dejó atrás. Por su parte, Rachel Cruz mencionó la esquina del Malecón y 23 como su lugar más querido, un sitio que atesora la esencia de su juventud.

Omar Franco, otro rostro conocido para el público cubano, recordó su debut en el teatro del preuniversitario, un momento que definió como el inicio de su carrera artística y que hoy simboliza un lazo irrompible con la isla.

Los artistas no solo compartieron recuerdos personales, sino que también dieron voz a un sentimiento colectivo de los millones de cubanos que se encuentran fuera de la Isla.

Más allá de posturas políticas, el sentir de los cubanos converge en la idea de que la nostalgia no solo se dirige hacia la tierra, sino también hacia los momentos en que las familias podían reunirse en la Isla, antes de que la crisis y la migración los dispersaran por el mundo. Este desarraigo colectivo transforma cada recuerdo en un anhelo compartido, marcado por la falta de abrazos y celebraciones que ya no se experimentan como antes.

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