Foto: Archivo CN360
La situación actual en la galería comercial del Hotel Habana Libre es alarmante. Según diversas imágenes compartidas por medios independientes, es evidente el estado de abandono en un área frecuentada tanto por turistas como por habaneros que buscan diversidad de productos. El daño estructural es innegable.
“Esto es una vergüenza. Uno viene a comprar y se encuentra con cubos en medio del pasillo”, expresó un cliente. En varias secciones, el techo se ha desprendido completamente, exponiendo la estructura metálica del edificio.
Inaugurado en 1958 como el Habana Hilton, el hotel fue diseñado por el reconocido arquitecto Welton Becket y en su época era el más grande de América Latina. Tras la Revolución, fue nacionalizado y convertido en un centro de eventos políticos y actos oficiales. Hoy, su historia contrasta drásticamente con su estado actual.
Los signos de deterioro no son recientes. En mayo, un video publicado en redes sociales ya mostraba cubetas recolectando agua de filtraciones. Además, se han reportado quejas de huéspedes sobre problemas en las habitaciones, falta de higiene y un servicio deficiente.
La decadencia afecta no solo a las instalaciones, sino que también pone de manifiesto el colapso del modelo turístico estatal, incapaz de mantener los estándares que alguna vez ofrecieron hoteles de este tipo. Las tiendas siguen operando, pero bajo techos en mal estado y con un mantenimiento precario.
Espacios como cafeterías, tiendas o salas de exposición, que antes daban vida al lugar, hoy funcionan en condiciones mínimas. La experiencia del visitante se ha limitado a esquivar goteras o ignorar el polvo acumulado en las esquinas que anteriormente brillaban por su limpieza y diseño.
El Habana Libre ya no es sinónimo de modernidad ni un referente turístico. Se ha convertido en un símbolo claro de lo que ocurre en el país: falta de inversión, abandono de sitios patrimoniales, y un deterioro institucional que ya no se puede ocultar.