¿Nepal designó a su primera ministra gracias a ChatGPT? La leyenda viral en medio de una crisis política.

Lo más Visto

Texto: Hugo León

Foto: Wikipedia

La frase se propagó rápidamente: “Nepal eligió a su primera ministra con ChatGPT y en Discord”. Parecía increíble, un giro digno de una novela de ciencia ficción: un país asiático, inmerso en protestas y violencia, recurriendo a la inteligencia artificial para determinar a su nuevo gobernante tras derrocar al anterior gobierno en las calles.

El titular atrae, fusiona lo tecnológico con lo político y promete un cambio significativo. Pero al indagar en los hechos, la realidad es más compleja y humana: jóvenes organizados en redes, un Estado en crisis, víctimas en las calles y una decisión tomada al límite de la institucionalidad.

Comprendiendo lo sucedido en Nepal

Nepal, un país que aún arrastra las cicatrices de la guerra civil y la inestabilidad política, se sumergió en septiembre en un torrente de protestas que sorprendió a todo el mundo por la velocidad con que destituyó al antiguo primer ministro, Khadga Prasad Sharma Oli, conocido como K.P. Sharma Oli.

El catalizador inmediato fue la decisión del gobierno de bloquear 26 redes sociales, argumentando que era para “mantener el orden público” en medio del creciente descontento por la corrupción y el alto desempleo juvenil. Esta medida desató la indignación de la Generación Z, la cual tomó las calles de Katmandú y otras ciudades.

Las manifestaciones aumentaron tanto en número como en intensidad. Se produjeron enfrentamientos con la policía, saqueos, incendios a edificios gubernamentales y un saldo trágico: al menos 19 muertes en los primeros días, cifra que siguió en aumento a medida que avanzaba la semana.

En las pancartas y cánticos resonaban dos demandas principales: la renuncia del primer ministro K.P. Sharma Oli y el fin de la corrupción endémica que asedia al país. Presionado por la magnitud de la crisis y con su capital paralizada, Oli finalmente presentó su renuncia. En ese momento, el país enfrentaba un vacío de poder y una inevitable pregunta: ¿Quién debía liderar la transición hacia las elecciones?

La dimensión digital, ¿un Parlamento “paralelo”?

Lo más novedoso de esta ola de protestas fue, sin duda, su amplia dimensión digital. Miles de jóvenes no solo se manifestaron en las calles: también se reunieron en servidores de Discord, grupos de Telegram y transmisiones en vivo en Instagram para deliberar. En esos foros se discutieron estrategias de protesta, además de considerar posibles figuras que pudieran liderar un gobierno interino.

Así, entre memes, debates intensos y documentos compartidos, se formó una especie de parlamento “paralelo” que analizaba los perfiles de académicos, jueces retirados y activistas anticorrupción para determinar quién podría ocupar el puesto vacante.

¿Elecciones con ChatGPT?

Algunos internautas nepalíes que participaron en este proceso admitieron haber utilizado ChatGPT y otros programas de inteligencia artificial como “sparring” de ideas: proponían nombres y solicitaban al algoritmo que enumerara ventajas y desventajas.

La anécdota, por supuesto, se volvió viral y pronto se transformó en un titular irresistible: “Nepal escoge a su primera ministra con ChatGPT”. La realidad, sin embargo, es que esas discusiones no tuvieron carácter vinculante, aunque sí sirvieron como un ejercicio de deliberación ciudadana en línea.

La decisión final se tomó dentro de las instancias del Estado.

Sushila Karki elegida Primera Ministra

El 12 de septiembre, el presidente de Nepal anunció que Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo y conocida por su historial anticorrupción, asumiría como primera ministra interina. La elección fue histórica: Karki se convirtió en la primera mujer en ocupar dicho cargo en el país.

En su primer discurso, pidió calma, ofreció apoyo a las familias de las víctimas y prometió encaminar la transición hacia elecciones generales, programadas para el 5 de marzo de 2026.

El simbolismo era fuerte y evidente: una figura independiente, con prestigio judicial y ajena a los círculos partidarios tradicionales, era colocada al frente de un gobierno debilitado que había sido sacudido con gran facilidad.

Varios analistas han destacado este nombramiento: la medida busca desactivar la furia en las calles y dar tiempo al sistema político para reacomodarse. Fue, en esencia, un movimiento de supervivencia institucional, no el resultado de un algoritmo o un chatbot.

El mito y la realidad

La narrativa de que ChatGPT “eligió” a la primera ministra es, en gran medida, un producto de la exageración mediática. Sí, es cierto que jóvenes manifestantes utilizaron herramientas digitales, foros online e incluso inteligencia artificial como parte de su proceso de deliberación y organización. Pero reducir todo el desenlace político a una consulta a un chatbot es distorsionar la magnitud de los hechos.

Lo que realmente ocurrió fue una combinación de presión social sin precedentes, violencia en las calles, un gobierno acorralado y un sistema político obligado a reaccionar. La inteligencia artificial fue, en el mejor de los casos, un actor secundario, una herramienta empleada por los ciudadanos para organizar ideas, no un mecanismo oficial de decisión.

Esto sí, el episodio deja lecciones que van más allá de las protestas: la primera es el poder organizativo de las plataformas digitales. Lo que antes se realizaba en plazas o cafés ahora ocurre en Discord, Telegram y transmisiones en vivo. Estos espacios se han transformado en auténticos parlamentos alternativos, capaces de generar agendas y presionar a las élites.

La segunda lección está relacionada precisamente con la presión que pueden ejercer las comunidades digitales en contextos de protestas antigubernamentales, algo que se ha visto en otras partes, como en Francia, pero no a esta escala.

En tercer lugar, se destaca la irrupción de la inteligencia artificial en la arena política ciudadana. No como sustituto de instituciones, sino como herramienta de consulta y debate. Usar un modelo de lenguaje para listar pros y contras de un candidato puede ser útil, pero también arriesgado: la IA puede alucinar, reproducir sesgos o legitimar decisiones sin fundamento, según han advertido sus propios creadores.

La cuarta lección es el desafío para la democracia: cómo integrar esta participación digital sin caer en la ilusión de que un algoritmo puede reemplazar el proceso político. La legitimidad no puede sustentarse en un chatbot, pero tampoco puede ignorarse la fuerza de una ciudadanía conectada.

Conclusiones necesarias sobre lo ocurrido en Nepal

Nepal no eligió a su primera ministra con ChatGPT. Nepal la eligió en las calles, con protestas que dejaron sin aliento a su gobierno. Nepal la eligió en foros digitales, donde miles de jóvenes debatieron y exigieron cambios. Y, finalmente, Nepal la eligió en el marco de su institucionalidad, con un nombramiento formal por parte del presidente.

El mito de la IA es útil como símbolo de un cambio de época, pero la verdad es más terrenal y dramática: muertos en las calles, un sistema político debilitado y un país que busca, una vez más, rehacer sus equilibrios.

El futuro de Nepal se definirá nuevamente en las elecciones de marzo de 2026. Lo que suceda en ese momento mostrará si las voces digitales y las protestas físicas logran traducirse en una transformación duradera, o si la frase que encendió titulares quedará como una curiosidad pasajera: un país que, según algunos, eligió a su primera ministra con un chatbot.

Más Noticias

Últimas Noticias