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Texto: Fede Gayardo
El expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, enfrenta un momento complicado tanto a nivel judicial como personal. Apenas una semana después de ser condenado a 27 años y tres meses de prisión por liderar un intento de golpe de Estado, sus médicos confirmaron que sufre de cáncer de piel en una etapa inicial.
El diagnóstico se dio a conocer tras una cirugía dermatológica llevada a cabo en Brasilia, donde se le removieron ocho lesiones cutáneas para su análisis. En dos de estas lesiones se identificó carcinoma de células escamosas in situ, lo que requerirá controles regulares, según comunicaron desde el centro médico DF Star.
Bolsonaro, de 70 años, fue hospitalizado en dos ocasiones recientemente: primero, el domingo, para la intervención en la piel y luego, el martes, debido a vómitos, mareos y presión arterial baja. Fue tratado con hidratación y medicación intravenosa, recibiendo el alta este miércoles. Los especialistas también señalaron que presenta anemia ferropénica y secuelas de una neumonía por broncoaspiración, factores que agravan su salud general.
En medio de esta situación, su hijo mayor, el senador Flávio Bolsonaro, culpó al juez Alexandre de Moraes por lo que describió como una “masacre psicológica” hacia su padre.
En redes sociales, afirmó que el exmandatario “ha enfrentado batallas más duras y ha salido vencedor”, relacionando sus problemas de salud con el proceso judicial que lo sitúa en el centro de la atención política y mediática.
El Supremo Tribunal Federal declaró culpable a Bolsonaro por haber orquestado un plan para desconocer los resultados de las elecciones de 2022, en las que Luiz Inácio Lula da Silva resultó victorioso.
A pesar de la condena que supera los 27 años de prisión, el exgobernante aún no ha sido encarcelado. La publicación del fallo oficial debe realizarse en un lapso no mayor a 60 días, tras lo cual la defensa tendrá cinco días hábiles para presentar sus apelaciones.
Bolsonaro está bajo arresto domiciliario desde el 4 de agosto por orden del juez Moraes, quien endureció las restricciones al considerar que el expresidente incumplía las limitaciones previamente impuestas.
Desde el punto de vista político, estas revelaciones intensifican el debate en Brasil. Por un lado, la histórica condena del Tribunal Supremo; por otro, aliados y partidarios que han comenzado a utilizar el deterioro de su salud como argumento para solicitar clemencia o defender su permanencia en detención domiciliaria, sugiriendo una persecución política.
Para la oposición y el gobierno de Lula da Silva, esta situación abre nuevas oportunidades: representa un reto y una oportunidad para demostrar la fortaleza institucional del país. La justicia actuando conforme a los procedimientos, sin concesiones indebidas, será observada tanto en Brasil como en la comunidad internacional.
La salud de Bolsonaro, en este contexto, no es solamente un tema médico, ya que puede redefinir su capacidad de resistencia política, su movilización de base y, sobre todo, influir en el clima electoral y jurídico que se aproxima en Brasil. La forma en que se equilibren sanciones legales, apelaciones, derechos humanos y tratamiento médico establecerá un precedente significativo para la democracia en la región.