Pablo Carrillo encarnando a Pedro: ¿Quién es el letrado que «juega sucio» en Regreso al corazón?

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Foto: Pablo Carrillo | Facebook

Desde su aparición en la telenovela cubana Regreso al corazón, Pedro se ha convertido en uno de esos personajes que generan opiniones encontradas entre la audiencia: un abogado oportunista que chantajea, manipula y prioriza sus intereses sin importar las consecuencias. Su tenso divorcio con Angélica, su ascenso cuestionable en la Consultoría Jurídica Internacional y su participación en un triángulo amoroso lo elevan como un antagonista de carne y hueso. Ese es el reto que el actor cubano Pablo Carrillo asume en el aclamado dramatizado que actualmente emite Cubavisión.

Aunque muchos televidentes sienten que Carrillo “nació” con Pedro, su trayectoria se forjó sobre las tablas. Originario de Cienfuegos, se formó desde joven en la Casa de la Cultura de Palmira y se graduó en 2008 de la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo en Villa Clara. Este joven tuvo sus inicios en espectáculos infantiles y en el clown antes de dar el salto a la profesionalización. Esta experiencia temprana explica su capacidad para transitar entre la contención dramática y el gesto preciso que actualmente sostiene a Pedro.

Durante más de diez años, Carrillo fue parte del grupo Velas Teatro en su provincia natal, donde participó como actor y asumió la dirección artística en varias producciones. Su debut en la pantalla se dio con el telefilme A través de sus ojos, ópera prima del director cienfueguero Tony Quiñones. Rodado en su ciudad, el filme gira en torno a un adolescente que descubre el diario de su bisabuelo y, a través de este, una faceta íntima de la historia de José Martí.

Mientras su personaje en la telenovela, Pedro, generaba controversia en las redes sociales entre quienes lo critican y quienes alaban el talento del actor, Carrillo continuaba su labor teatral en La Habana con Vital Teatro. En agosto, presentó Habitación de mala muerte, con texto y dirección de Alejandro Palomino, junto a Tommy Delgado y Tony Lugones, una obra que explora el desarraigo de dos jóvenes cubanos en Centroamérica. Este doble registro, en escenario y set, le permite experimentar matices que se traducen en su trabajo televisivo.

El eco popular de Regreso al corazón respalda esta conexión virtuosa. En clips y comentarios, diversos públicos reconocen en Pedro a un “villano” plausible, construido sin caricaturas y sostenido por un intérprete que maneja la tensión y la ambigüedad: un gesto, una mirada, una pausa que insinúa fragilidad donde antes hubo soberbia. No sorprende que en perfiles de la novela y de medios comunitarios se repitan elogios a su actuación.

La llegada de Pablo Carrillo a la telenovela no es fruto de la casualidad, sino la lógica consecuencia de años de dedicación, de giras y festivales, así como de dirección artística y pedagogía cultural en su entorno. Si hoy sostiene a Pedro con firmeza es porque ha aprendido a escuchar al espectador y a trabajar los detalles, el mismo que transforma a un personaje “negativo” en alguien reconocible.

En Regreso al corazón, ese aprendizaje se manifiesta en escenas que tensionan la narrativa, obligando a otros personajes a definirse ante él. Al finalizar cada capítulo, queda la sensación de que, tras el abogado que “juega sucio”, hay un actor que respira teatro y domina la cámara.

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