Texto: Hugo León
Imagen: Creada con IA
El 19 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Fotografía, un homenaje al daguerrotipo, la invención francesa de 1839 que dio inicio a una revolución visual que persiste hasta nuestros días. En Cuba, esta fecha cobra un significado especial: el lente fotográfico ha sido testigo de la historia política, cultural y social de la isla, y los fotógrafos cubanos han logrado, con recursos limitados y gran creatividad, construir un archivo visual que trasciende fronteras.
¿Cuándo llegó la fotografía a Cuba?
En aquellos años, Cuba era un centro cultural de gran relevancia, y cada invención del momento arribaba a la isla con la misma rapidez que en otros países que hoy dominan el panorama global. Por ello, la fotografía llegó a Cuba muy tempranamente, apenas unos meses después de su invención en Francia. En 1840, ya se llevaban a cabo los primeros retratos con daguerrotipo en La Habana, convirtiendo a la capital en uno de los primeros centros de la región en adoptar esta técnica.
Los estudios fotográficos proliferaron en la segunda mitad del siglo XIX, sirviendo no solo para retratos de la élite, sino también para documentar la vida cotidiana y los procesos sociales en la entonces colonia española.
Fotografía en Cuba: testigo de la República y la Revolución
En el caso cubano, no se puede hablar de acercamientos aislados a la fotografía. La isla fue fértil en movimientos artísticos relacionados con la imagen, y, con la llegada de la República, el país se convirtió en un terreno propicio para el desarrollo de la fotografía como arte y oficio. Fotógrafos como Joaquín Blez, con su trabajo de estudio, y Felipe A. Castañeda, pionero en la experimentación artística, marcaron el rumbo de una generación que veía en la cámara no solo un instrumento documental, sino también una herramienta estética.
La fotografía de este período capturó la vida urbana de La Habana, el auge cultural de los años 20 y 30, y los contrastes sociales que definieron la isla en la primera mitad del siglo XX. La fotografía adquirió un plano documental que sigue siendo una parte importante de la obra de los artistas hasta hoy.
Con la llegada de la Revolución de 1959, la fotografía asumió un rol protagónico en la construcción simbólica de la nación. Imágenes como el retrato del Che Guevara, realizado por Alberto Korda en 1960, trascendieron fronteras, tiempo y espacio, convirtiéndose en íconos globales.
Fotógrafos como Raúl Corrales inmortalizaron escenas de la vida cotidiana de pescadores, campesinos y milicianos, transmitiendo la épica revolucionaria desde lo cotidiano. Osvaldo y Roberto Salas, cercanos a Fidel Castro, registraron momentos cruciales de la política nacional, desde la entrada de la Caravana de la Libertad hasta los viajes internacionales del líder cubano.
Este período también vio el surgimiento de una fotografía de prensa con identidad propia, impulsada por medios como Revolución, Granma y la revista Bohemia, que apostaron por el fotoperiodismo como complemento inseparable de la narrativa política.
No se puede omitir cómo decenas de fotógrafos cubanos dejaron un archivo de enorme valor histórico y cultural. Tanto en la República como en la Revolución, la fotografía cubana no solo registró hechos, sino que construyó memoria visual, moldeó la identidad nacional y aportó imágenes que aún hoy definen cómo se percibe a Cuba dentro y fuera de sus fronteras.
Cuba, fotografiada en la actualidad
Las últimas décadas han estado marcadas por una crónica escasez de recursos, que también afecta a la fotografía. La falta de equipos, películas y químicos obligó a muchos fotógrafos a reinventarse. Sin embargo, esta precariedad dio paso a una estética única donde la improvisación y el ingenio se volvieron herramientas esenciales.
En la Cuba actual, la fotografía transita entre la herencia documental y las posibilidades del mundo digital. Jóvenes creadores, muchos autodidactas, exploran la calle como escenario principal y las redes sociales como su galería global.
A pesar de las dificultades tecnológicas y económicas, la fotografía cubana mantiene su vitalidad, siendo reconocida en festivales internacionales y exhibiciones en todo el mundo.
En lo que va del siglo, la fotografía cubana sigue siendo un testigo privilegiado de la historia, aunque bajo nuevas dinámicas sociales y tecnológicas. Las cámaras digitales, y más tarde los teléfonos móviles, democratizaron la capacidad de registrar acontecimientos, desplazando en parte el monopolio del fotoperiodismo oficial y abriendo paso a una diversidad de miradas.
Momentos trascendentales de la historia reciente quedaron grabados por lentes profesionales y ciudadanos: la visita del Papa Juan Pablo II en 1998, y más tarde las de Benedicto XVI y Francisco, fueron hitos donde la fotografía plasmó la religiosidad popular y la momentánea apertura del Estado a la Iglesia.
Lo mismo ocurrió con la visita de Barack Obama en 2016, el primer presidente estadounidense en pisar la isla en casi 90 años; dejó imágenes icónicas desde su recorrido por La Habana Vieja hasta la conferencia conjunta con Raúl Castro y el histórico partido de béisbol en el estadio Latinoamericano.
La muerte de Fidel Castro en noviembre de 2016 también fue capturada por el lente: Cuba entera se convirtió en un escenario fotográfico de duelo y silencio, con instantáneas de multitudes despidiendo al exmandatario.
Paralelamente, la fotografía contemporánea en Cuba se expande hacia el arte y la experimentación, explorando lo conceptual, abordando temas de identidad, cuerpo y sociedad. A la vez, una nueva generación de fotógrafos emergentes está difundiendo su obra en las redes sociales, donde se documenta la vida diaria, con sus alegrías y sus penas.
Aunque la escasez de recursos persiste, el acceso creciente a la tecnología digital y a las plataformas en línea ha permitido que la fotografía cubana gane mayor visibilidad. Las imágenes viajan más rápido que nunca, creando un espacio donde coexisten la tradición documental de siglos pasados con las nuevas narrativas visuales propias de la era digital.