Foto: Cuba Noticias 360
Hace dos años, cuando el gobierno cubano implementó la bancarización de las operaciones a través de la Resolución No. 111 del Banco Central de Cuba, se esperaba que todos los cubanos tuvieran acceso a un método de pago, dado la escasez de efectivo que atravesaba la Isla en ese momento y que aún persiste.
Desde el Banco Central de Cuba, se afirmaba que “la prioridad era contar con efectivo disponible para la población, especialmente para los trabajadores y jubilados cubanos, quienes necesitan cobrar sus salarios o pensiones en los bancos o entidades afines, así como en cajeros automáticos”.
Al cumplir su primer año, en Cuba Noticias 360 señalamos que uno de los problemas más comunes era la falta de implementación de plataformas de pago electrónico en una gran cantidad de establecimientos, lo que contraviene las normas estipuladas por el Ministerio de Comercio Interior. Además, persiste la negativa a aceptar pagos electrónicos incluso en aquellos lugares que cuentan con esta opción.
La situación no ha mejorado, e incluso podría considerarse más grave, ya que la Resolución del Mincin que establece el uso obligatorio de canales digitales solo se respeta cuando los inspectores realizan visitas, y ni siquiera en esos casos se garantiza su cumplimiento.
Los comercios, por su parte, imponen “auto límites” a las transacciones diarias, usualmente hasta dos mil pesos, segmentando el monto total entre transferencia y efectivo, o justifican sus restricciones en base a la falta de confirmación de pagos debido a caídas en las comunicaciones.
¿Son los negocios privados los responsables de esta situación? Los emprendedores en el país enfrentan dos problemas principales: el primero es la necesidad de efectivo para reabastecerse, y el segundo está relacionado con el cambio de divisas en el mercado informal, donde actualmente el dólar se cotiza a 400 pesos y el euro aún más caro.
Así, el ciclo vicioso afecta al ciudadano común, quien tiene que hacer colas de más de tres horas en los cajeros automáticos disponibles, que funcionan en pequeños momentos de “alumbrones”, o en los bancos para retirar la mínima cantidad de dinero posible.
El Banco no ha logrado cumplir, a pesar de sus múltiples promesas, con la creación de las condiciones adecuadas para la bancarización de transacciones y pagos, ni con el uso de cuentas fiscales o la habilitación de pagos en línea para recibir bonificaciones.
Las ineficientes políticas del gobierno continúan imponiendo una carga sobre la población, que sigue siendo la más afectada, no solo por la falta de opciones de pago, sino por una bancarización en la que ellos se convierten en el eslabón más débil.