¿En qué lugar se encuentra y qué actividades realiza actualmente el cantante cubano Augusto Enríquez?

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Foto: Archivo Cuba Noticias 360

Con una de las voces más poderosas de la música cubana contemporánea, Augusto Enríquez Hernández se consolidó como una figura icónica en el ámbito artístico de la isla durante los años 80, 90 y hasta bien entrados los 2000. Sin embargo, tras dominar los escenarios más importantes, el intérprete desapareció de manera inesperada.

El público cubano lo extraña, especialmente la generación que creció escuchándolo como la voz principal del grupo Moncada. Sus presentaciones en la emblemática escalinata de la Universidad de La Habana marcaron un hito: conciertos masivos que elevaron tanto al grupo como a Enríquez a la categoría de referentes en la vanguardia musical joven cubana.

Dentro de Moncada, su energía fue fundamental para reinterpretar clásicos como «Yo te quería María», junto al trovador Gerardo Alfonso, y éxitos como «Elige tú que canto yo» o «Bonito y sabroso» de Benny Moré. Su voz se convirtió en la banda sonora de una época ávida de nuevas sonoridades.

Graduado como médico en 1985, Augusto tomó esta decisión más para satisfacer un deseo familiar que por verdadera vocación. En ese momento, la música ya formaba parte de sus aspiraciones más profundas; colgó la bata y se dedicó por completo a desarrollar su voz.

Tras su salida de Moncada en los años 90, Enríquez emprendió una carrera intensa como solista. En 1992, participó en la gira europea de Phil Manzanera, que lo llevó a ciudades como Roma, Londres y Zúrich. Ese mismo año colaboró con Edesio Alejandro y otros en la canción «Hoy es siempre todavía», que se convirtió en tema emblemático de una popular telenovela.

En 1993, su composición «Solo para mí» le abrió las puertas al Festival OTI, donde obtuvo una buena acogida. En 1999, lanzó el álbum «Cuando yo sea grande», que le valió el premio Cubadisco en la categoría Pop.

Su ambicioso tributo a la música de las décadas de los 40 y 50, titulado «Carambola», contó con la producción del maestro Demetrio Muñiz y el apoyo del italiano Gianni Miná. Este disco, que renovaba ritmos clásicos con un enfoque contemporáneo, le otorgó otro premio Cubadisco en 2002 por su antología de versiones.

También colaboró en giras con artistas como Jovanotti en La Habana en 1995, participó en la gala «Help Ruanda» junto a Miriam Makeba y Boys II Men, y formó parte del tour africano «Festival of The Living Treasures» en Sudáfrica en 1999.

El punto culminante de su internacionalización llegó en 2002, cuando fue invitado por Luciano Pavarotti al concierto benéfico «Pavarotti y sus amigos», donde compartió escenario con Sting, Andrea Bocelli, James Brown y otros gigantes de la música. Augusto reconoció que este momento transformó su carrera y profundizó su vínculo personal con el tenor italiano.

En 2004, publicó «La Bolita» con su Mambo Band, un disco que fusionaba mambo y bolero en un formato de jazz band, lo que le significó otro Cubadisco.

En un nuevo giro creativo, lanzó el álbum «Ecléctico», una obra que rompía barreras entre timba, jazz latino y rock, sin renunciar a un sonido accesible y lúdico, concepto que él definió como un “divertimento serio”.

Durante la década de 2010, realizó una extensa gira nacional con la Orquesta Sinfónica Nacional, presentando «Te doy una canción», un proyecto en tres volúmenes con 34 versiones sinfónicas de composiciones de Silvio Rodríguez.

En los últimos años, según sus esporádicas publicaciones en redes sociales, Augusto Enríquez disfruta de una vida tranquila en Halifax, Canadá, donde enseña canto en el Nova Scotia Community College.

Aunque el escenario ya no sea el mismo, su esencia permanece en cada clase y en cada interacción con sus alumnos. En declaraciones recientes a la prensa, el intérprete ha manifestado que nunca ha perdido su compromiso con la música cubana, y que su vida en el extranjero no implica un distanciamiento creativo. Aún conserva sus raíces y las comparte con nuevas generaciones.

Renunciar a la fama en su país fue una decisión consciente, ya que Augusto prefería un camino más auténtico, menos expuesto al protagonismo superficial. La enseñanza, en este contexto, se presenta como una forma ideal de continuar su legado sin sacrificar su integridad artística.

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