Fotos: Marisa Valle Roso | Facebook
Texto: Michel Hernández
Marisa Valle Roso se bajó del escenario para ofrecer un número a capella en medio de su concierto en la sala Berlín de Madrid, donde presentó uno de los temas de su cuarto disco, que lanzará en los próximos meses. La asturiana buscaba acercarse al público, permitiendo que sintieran el ritmo de su tierra y el mensaje reivindicativo que inunda sus canciones y su voz, impregnada de sus raíces.
La cantante y compositora, de 37 años, subió al escenario con su guitarra, acompañada por el productor de su nuevo álbum, que incorpora una base electrónica a su presentación. Marisa es una artista con los pies en la tierra. O mejor dicho, con los pies en su tierra, que ha expandido para crear su propio mundo, que en esencia es el de todos.
La artista no teme a la palabra compromiso, ni a ser identificada bajo ese término. No hace concesiones en su postura ante la historia asturiana construida desde abajo, ni ante el mercado, defendiendo lo que cree y lo hace de la mejor manera que sabe. Con canciones que surgen del folclore, pone de relieve la extraordinaria riqueza y vitalidad de la cultura asturiana. Desde el folk, construye una amalgama sonora que recoge influencias del pop, rock y electrónica, edificando una obra que tiene mucho que aportar a la música contemporánea española. Lo de Marisa es un crisol de sonidos que, a través de sus canciones, actualiza y presenta a las nuevas generaciones un abanico rítmico sin ataduras, donde nada queda al azar.
El Café Berlín se localiza en uno de los centros de Madrid, pero la noche del pasado sábado parecía haber sido trasladado al corazón de Asturias. Cuando Marisa preguntó por los hijos de su tierra presentes, el público levantó las manos al unísono. Más tarde, algunos alzaron los puños cuando Marisa tocó el alma de su pueblo con otra de sus canciones.
El repertorio fue un recorrido por su carrera, centrado en la presentación de un disco que la posiciona como una cantautora extremadamente versátil, capaz de manejar una diversidad de ritmos con gran fluidez, reflejando la misma libertad que infunde en sus canciones. Marisa es heredera de una tradición que se remonta a la nueva canción española y representa a una generación que construye su obra sin arrodillarse ante la cada vez más exigente industria musical.
Durante el concierto, que duró cerca de dos horas, Marisa fue varias cantantes a la vez: la diseñadora de espacios íntimos, la intérprete que se convirtió en su propio público al descender del escenario, y la artista que se transformó en una fuerza de la naturaleza al dedicar canciones a su tierra.
“Se va”, “El tren de la libertad” y “Cenicientes del carbón” son tres de los títulos que marcan el rumbo de su nuevo álbum y reflejan las inquietudes sociales y artísticas de la asturiana, que para ella son lo mismo. Estas canciones resumen su universo sonoro y fueron coreadas por una audiencia que compartió la misma voz durante esos momentos, desgranados con la intensidad que Marisa otorga al significado reivindicatorio de su obra, de su vida y de la vida de los demás.
Marisa, quien ha compartido escenarios con Joaquín Sabina, Silvia Pérez Cruz y Jorge Drexler, también ofreció su homenaje personal a sus íconos. Interpretó su versión de «La planta 14» de su compatriota Víctor Manuel y convirtió el escenario en una fiesta con «La Macorina», canción popularizada por la mexicana Chavela Vargas y basada en el poema dedicado por el poeta asturiano Alfonso Camín (1890-1982) a una mujer cubana que se convirtió en leyenda en la primera mitad del siglo XX.
Camín, que vivió en Cuba durante aquella época, quedó cautivado por la irreverencia y las cualidades de María, el verdadero nombre de La Macorina, y le escribió un poema que cruzó siglos y fronteras hasta llegar a la voz de Marisa en aquella intensa noche madrileña. Una voz que da voz a otras y que también construye puentes entre la historia de Asturias y Cuba, entre la libertad alcanzada y la que aún falta por conquistar, entre el mundo que habita en su garganta y el grito de una tierra que también se emancipa a través de sus canciones.