Solicitar asilo en México se ha convertido en un verdadero desafío para los cubanos.

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Foto: Vic Hinterlag | Shutterstock

En Tapachula, Chiapas, un gran número de migrantes cubanos se encuentran en una espera indefinida. Denuncian que el proceso para solicitar asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) se ha vuelto inaccesible para quienes carecen de recursos económicos. Muchos, sin apoyo ni explicaciones claras, afirman que están pagando por un derecho que debería ser gratuito.

Lo que más frustra a estos solicitantes es la falta de transparencia. Algunos han enfrentado hasta tres rechazos consecutivos sin recibir justificaciones de las autoridades. «Ni siquiera nos dicen qué hicimos mal», expresan con indignación. En medio de este silencio institucional, se intensifica la sensación de estar a merced de un sistema que parece operar solo para quienes pueden pagarlo.

El testimonio de Alexander Barrera describe el dilema con claridad: “Los abogados están cobrando entre 30 y 40 mil pesos mexicanos. No tengo esos recursos. Es un derecho que nos ofrece México y no entiendo qué está sucediendo”. Ha estado esperando respuesta durante más de 18 meses, sin poder trabajar ni clarificar su estatus, mientras su familia permanece en la incertidumbre.

La denuncia se repite entre otros testimonios. Manuel, también cubano, tuvo que desembolsar 500 dólares por persona para recibir un correo de confirmación que nunca llegó de forma regular. En total, gastó el equivalente a 36 mil pesos por su familia. «¿No era este un trámite gratuito?», se cuestiona. Su experiencia refleja un patrón claro: pagar acelera el proceso; no pagar significa quedar estancado.

Según organizaciones de derechos humanos, la saturación de las oficinas de COMAR en Tapachula, junto a una evidente falta de personal y supervisión, ha propiciado espacios para cobros irregulares.

Sin embargo, el contexto migratorio ha cambiado. Tras la suspensión del programa CBP One en Estados Unidos y el endurecimiento de las políticas de ingreso, muchos cubanos ya no consideran a ese país como una opción viable. México, a pesar de sus propias deficiencias, se ha convertido en el destino final para cientos. Lo ven como un lugar donde al menos podrían establecerse, trabajar y recibir asistencia, algo que resulta esquivo en la actualidad.

No es un problema aislado ni nuevo, pero sí urgente. Cada testimonio resalta un sistema que discrimina según la situación financiera. Mientras tanto, la legalidad que México ofrece en teoría sigue siendo, para muchos migrantes cubanos, una promesa vacía atrapada en una oficina colapsada.

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