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Durante una cena en la Casa Blanca, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, entregó personalmente a Donald Trump la carta que lo nomina para el Premio Nobel de la Paz, invocando las normas que permiten a los jefes de gobierno proponer candidatos.
“Está promoviendo la paz en este mismo instante, en un país y en varias regiones”, afirmó Netanyahu ante los asistentes, antes de discutir con su anfitrión la propuesta estadounidense de un alto el fuego de 60 días en la Franja de Gaza.
La carta resalta un logro clave: los Acuerdos de Abraham, acuerdos diplomáticos entre Israel y varias naciones árabes negociados durante la administración anterior de Trump, mencionados como evidencia de su “compromiso firme y excepcional” con la estabilidad regional.
No es la primera vez que el nombre del presidente estadounidense llega al buzón del comité noruego. El 21 de junio, el Gobierno de Pakistán envió una carta haciendo referencia a su papel en la reducción de tensiones con India; poco después, una carta del congresista Buddy Carter amplió el apoyo desde el Capitolio.
Entre los autorizados para postular se encuentran miembros de parlamentos, ejecutivos nacionales, académicos de ciertas disciplinas y antiguos premiados; no se requiere consenso previo ni resultados definitivos; es suficiente cumplir con el trámite antes de enero para ser candidato al galardón de 2025.
En su carta, Netanyahu enfatiza un enfoque basado en “cooperación, diálogo y prosperidad compartida”; también menciona las gestiones de Washington en disputas como las de India-Pakistán, Serbia-Kosovo y la tensión por la presa del Nilo entre Egipto y Etiopía.
Aunque Trump ha reiterado que hay “buenas posibilidades” de alcanzar pronto un acuerdo en Gaza e incluso de “terminar con la guerra en Ucrania en semanas”, sus promesas aún no se han materializado en avances verificables.
