Foto: Cuba Noticias 360
Hace una década, con la introducción de internet en Cuba, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba SA, ETECSA, establecía los «parques wifi» como la principal opción para acceder a la red desde espacios públicos.
Dado que la conexión en Cuba siempre ha sido costosa, más allá de lo que la propaganda estatal quiera justificar, en aquel entonces un paquete de cuatro gigas costaba alrededor de 30 CUC, lo que equivalía a más que el salario medio mensual de ese momento, mientras que 600 megas se ofrecían por unos 7 CUC.
Sin embargo, este proceso no fue masivo; cada zona permitía la conexión de apenas entre 50 y 100 personas a una velocidad de 1 mbps, lo que representaba, según Naciones Unidas, una de las tasas de conectividad a internet más bajas de la época.
Años más tarde, en 2018, el gobierno autorizó el acceso a internet en teléfonos móviles, aunque solo mediante cobertura 3G y con una calidad de señal muy deficiente, lo que redujo la necesidad de los parques wifi.
No obstante, tras el reciente aumento tarifario de ETECSA, que entró en vigor el 30 de mayo, la política de mantener precios elevados ha llevado a un regreso a las zonas de navegación común.
Antes de que el acceso masivo se extendiera a los teléfonos móviles, Cuba contaba con más de 300 parques wifi habilitados para usuarios nauta.
Sería pertinente analizar si estas áreas siguen siendo efectivas para la navegación, considerando los años transcurridos sin inversiones en los transmisores de señal o repetidores.
Otro aspecto preocupante son las zonas sobrecargadas, la presencia de equipos sin certificación válida y los constantes fraudes.
En este último punto, es esencial recordar los casos de phishing, robo de datos y usos indebidos de saldo, lo que convierte estos espacios en escenarios de riesgo, especialmente por la falta de educación digital y protocolos de seguridad.
La migración de usuarios a los parques wifi podría suponer otra limitación para los cubanos y un claro indicador del fracaso en la política de acceso a internet en un mundo donde la conectividad no es, como dice el gobierno, un lujo, sino una necesidad.
