Foto: RL Hevia (Imagen Ilustrativa)
Una treintena de familias cubanas, incluyendo niños, ancianos y personas enfermas, han estado sin hogar durante varios días a causa del incendio que dañó gravemente el Edificio Hines, ubicado en la Avenida del Puerto. El siniestro, que ocurrió en la madrugada del 30 de mayo, forzó la evacuación de los residentes del edificio, que ha funcionado como albergue estatal durante más de nueve años.
Este lugar había sido previamente denunciado por sus condiciones de deterioro extremo. Según testimonios recopilados por Martí Noticias, las instalaciones eléctricas eran defectuosas, la humedad era persistente y se sufría de hacinamiento. A pesar de las múltiples quejas, las autoridades nunca tomaron acciones al respecto.
Después del incendio, los afectados fueron reubicados en el parqueo de la Feria de San José, que se encuentra a pocos metros del edificio devastado. Sin embargo, más que un refugio, lo que encontraron fue abandono: carecen de agua potable, energía eléctrica y atención médica. “Lo único que les dieron fue un pan y dos cucharadas de comida”, denunció la activista Idelisa Diasniurka Salcedo Verdecia en sus redes sociales.
Los damnificados también han denunciado intentos de silenciarlos. Salcedo Verdecia informó que varios han recibido amenazas para que no documenten su situación con fotos o videos. A pesar de la presencia de funcionarios en la zona, no se han implementado soluciones efectivas.
Este caso no es único. En 2024, los mismos vecinos participaron en una serie audiovisual donde expusieron las condiciones infrahumanas en las que vivían. En esa ocasión también hubo cámaras, denuncias y promesas vacías. Hoy, el abandono es aún más evidente.
Lo que sucede en el Edificio Hines es solo una muestra del colapso habitacional en Cuba. Mientras miles de familias sobreviven en albergues en ruinas, el Estado prioriza la construcción de hoteles de lujo, muchos de los cuales permanecen vacíos y sin retorno económico.
Han transcurrido más de 72 horas desde el incendio y las familias continúan durmiendo al aire libre en pleno centro de La Habana Vieja.
