Cubanos en marcha rumbo a Estados Unidos para solicitar asilo.

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Texto: Darcy Borrero

“Aquí estamos, esperando que nos pongan el ferry para poder irnos. Todo tranquilo, nosotros estamos tranquilos, no queremos problemas”; “Hay que mantener la calma y la disciplina”.

Son las declaraciones de cubanos que, en estos días, desde Surinam buscan llegar a Estados Unidos. Para ello deben atravesar Latinoamérica hasta la frontera entre México y Estados Unidos, donde ya otros grupos de migrantes esperan, debido a que la pandemia de covid-19 ha limitado el tránsito entre uno y otro país.

En la categoría de comunidad cubana en situaciones excepcionales, la Embajada de la República de Cuba en Surinam emitió el pasado 4 de diciembre una nota. Recientemente hemos conocido que ciudadanos cubanos que viajaron a Surinam por motivos personales, con su pasaporte en regla y el visado necesario, han declarado su intención de trasladarse de manera irregular desde Surinam a territorio estadounidense”.

Sobre este hecho —se menciona en la nota— la embajada ha mantenido intercambios con las autoridades locales, a quienes han manifestado que las intenciones de emigrar a la nación norteamericana son “el resultado, en gran medida, de la adopción, por parte de los Estados Unidos, de medidas políticamente motivadas que obstaculizan un flujo migratorio regular, ordenado y seguro entre Cuba y ese país; así como del incumplimiento, también por la parte estadounidense, de los acuerdos migratorios vigentes, especialmente en relación con el no otorgamiento del número mínimo de visas para ciudadanos cubanos que desean emigrar”.

La declaración especifica que la mayoría de estos migrantes cubanos viajó desde territorio cubano de acuerdo con las regulaciones migratorias nacionales y de los países de destino, portando su pasaporte y visa correspondientes.

En lo que se asemeja a una carrera olímpica en medio de la crisis sanitaria, se prevé que otros cubanos se unan desde Uruguay y destinos similares, que suelen ser utilizados como bisagra o trampolín hacia la nación donde los nacidos en la isla caribeña gozan de un trato preferencial para normalizar su residencia tras permanecer un año. Así lo estipula la llamada Ley de Ajuste Cubano.

Ese privilegio, sin embargo, se ve amenazado por la eliminación, al final de la presidencia de Obama, de la política “pies secos, pies mojados”, que durante años permitió a los cubanos, una vez en territorio estadounidense, entrar sin dificultades, ya sea por vía marítima o terrestre.

Desde 2017, cada migrante cubano, ya esté en caravana o no, debe ser atendido en la frontera y, si planea solicitar asilo, ser sometido a un proceso en una cárcel. Allí se decide, como sucede con otros migrantes latinoamericanos, si pueden quedarse o deben regresar a su país de origen.

“Reiteramos la disposición de Cuba de recibir a todos los migrantes cubanos que salieron legalmente del país y se encuentran actualmente en Surinam en condición irregular, y que deseen regresar, en concordancia con lo establecido en la legislación cubana. En estos casos, se proporcionará la asistencia consular adecuada y las garantías para un retorno voluntario y seguro”, destaca la nota de la Embajada cubana en Paramaribo, aunque los migrantes han manifestado que no planean regresar a la isla.

Para las autoridades nacionales, que con su diplomacia parecen desentenderse de responsabilidades, “en su intento de llegar a territorio estadounidense u otros países por vías irregulares, los ciudadanos cubanos se convierten en víctimas de traficantes y bandas criminales que operan en la región; y que, en el contexto de la Covid-19, cualquier desplazamiento de este tipo representa un riesgo epidemiológico”.

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