Foto: Roy Leyra | CN360
Juan Carlos García Granda, ministro de Turismo, afirmó que Cuba proyecta recibir seis millones de turistas para el año 2030. Estas declaraciones podrían parecer una utopía, considerando que entre 2015 y 2019 se alcanzó poco más de cuatro millones de visitantes anuales, durante un periodo de relativa estabilidad económica en la isla, donde inicialmente llegaron turistas estadounidenses tras la reanudación de relaciones entre ambas naciones en 2015.
Además, el ministro informó que planean aumentar la capacidad hotelera en 95,000 habitaciones para 2030, distribuidas en los principales destinos del país. En un encuentro con empresarios españoles, en el marco de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) en Madrid, programada del 19 al 23 de enero, García Granda presentó oportunidades de inversión en Cuba.
En diciembre pasado, García Granda destacó que se espera la llegada de al menos 2.5 millones de turistas este año. En esa ocasión, explicó a la prensa que la llegada de visitantes dependerá de la situación de la pandemia en el mundo y de las tasas de vacunación contra la COVID-19.
Cuba suspendió los vuelos comerciales y chárter en abril de 2020 para frenar la propagación del coronavirus y reabrió los aeropuertos en octubre de ese año, pero con una reducción drástica de vuelos, limitando el tráfico a aquellos procedentes de EE. UU., México, Panamá, Bahamas, Haití, República Dominicana y Colombia.
Entre enero y junio de 2021, Cuba recibió 114,460 turistas internacionales, lo que representa una caída del 88.3% en comparación con los 985,199 visitantes del primer semestre de 2020.
A pesar de la apertura gradual de la industria turística desde el 15 de noviembre del año pasado, los niveles de actividad del sector siguen siendo bajos. Esta situación se complicó por la polémica reciente sobre la cuarentena de turistas positivos a la COVID-19 en Varadero, donde los viajeros, principalmente de Canadá, el primer mercado emisor hacia la isla, se vieron afectados. Un ejemplo es Jillian White, residente de Halifax, Nueva Escocia, quien se vio obligada a extender su estadía en un hotel por dos días adicionales, costeando de su propio bolsillo, y mencionó que los servicios ofrecidos, como la comida, no cumplían con los estándares esperados. Antes de la pandemia, el turismo era la segunda actividad económica de la isla, solo detrás de la venta de servicios médicos.