Fotos: Roy Leyra | CN360
Texto: Hugo León
Desde hace tres años, Ernesto tomó la decisión de dejar su empleo como chofer en una empresa estatal para dedicarse al transporte privado con su Moskvitch de los años 80, al que mejoró con piezas de Peugeot, pintó y acondicionó.
Siempre observó que sus amigos obtenían buenos ingresos y creía que la situación era favorable, pero ni ellos ni nadie imaginaron que meses después se encontraría en casa, sin clientes, debido a la pandemia. Cuando la crisis disminuyó, su trabajo se dividió entre dos tareas: transportar pasajeros y hacer filas para conseguir combustible.
Hasta el día de hoy, Ernesto lleva siete días haciendo cola en el Cupet de G y 25, y aún no ha logrado acercarse a los primeros 100 números de la lista para llenar su tanque de gasolina.
-El máximo que permiten comprar son 50 litros y no se puede utilizar tanques adicionales; solo dejan llenar el depósito de mi vehículo, que, por cierto, es más pequeño que eso.
A pesar de esto, ha ideado estrategias y ha visto a varias personas en la bomba diciendo que van «a rellenar», aprovechando la distracción de los despachadores para llenar también algún tanque que llevan en el maletero.
Otros se han acercado a los empleados del Cupet, intentando convencerlos para que les permitan echar un poco más de combustible. Ernesto ya tiene un plan, aunque prefiere no compartir muchos detalles.
¿Cómo se organizan?
En La Habana, numerosos taxistas y propietarios de vehículos de diferentes tipos se comunican a diario para informarse sobre la disponibilidad y tipo de combustible en la ciudad. Dado que las colas pueden extenderse por días, muchos se anotan en varias a la vez; de esta manera, al llegar su turno en uno de los Cupet donde se registraron, pueden rellenar el tanque o, mediante maniobras, llenar también los tanques del maletero.
Hay días en que la suerte les sonríe y, en cuestión de unas pocas horas, logran llenar el tanque, comenta Ernesto. Esto se facilita considerablemente por los grupos de avisos creados en WhatsApp, donde los choferes se alertan mutuamente al encontrar combustible.
El Cupet de G y 25 es uno de los más organizados, según afirman varios choferes, ya que se forman listas de mil personas cada una. De esta forma, organizan turnos de guardia para mantener el orden de la cola y avisarse cuando se aproxima cada tope de página. En la lista se registra el nombre y número de teléfono del propietario, así como el número de matrícula del vehículo, para evitar que alguien se cuela y para mantener el contacto.
En el Cupet de la Virgen del Camino la situación es diferente. Aquí también las colas pueden durar varios días, pero existen “coleros” que cobran por permanecer en la fila en nombre de los dueños de los autos, vendiendo números. Según comentan los choferes, cada servicentro y cada cola tiene sus particularidades.
Tanque lleno y preparación de la reserva
Tengo cuatro tanques de 25 litros cada uno; siempre dejo dos vacíos en el maletero para aprovechar cualquier oportunidad de comprar combustible y los otros los guardo en casa, llenos, explica Ernesto.
-Y, ¿50 litros, además de lo que tiene en el depósito del carro, no es suficiente para estar más tranquilo?
-No, y pronto espero conseguir más tanques para almacenar más combustible, responde rápidamente el entrevistado.
Las colas no solo se forman porque hay muchos autos que necesitan abastecerse, sino también porque es incierto cuándo llegará el combustible al servicentro. Entre una entrega y otra pueden pasar días. Mi auto es económico; con el tanque lleno puedo trabajar una semana, pero es esencial mantenerlo siempre así y contar con una reserva, porque nunca se sabe si de un momento a otro dejará de llegar combustible y no podrás trabajar, añade.
Los cuentapropistas cuentan, por norma, con una tarjeta de combustible que deben abonar mensualmente. Dependiendo del tamaño del auto, de su capacidad, y lo que declare el chofer, puede ser de 300 litros o más. En tal caso, se paga 14,95 CUP por litro.
Según Ernesto y otros presentes, esa cantidad debe consumirse obligatoriamente dentro del mes, o de lo contrario, corren el riesgo de que les retiren la licencia temporalmente. Coinciden en que es un buen negocio pagarlo a ese precio, pero el problema surge cuando, con frecuencia, los despachadores argumentan que no aceptan ese tipo de tarjetas, obligando a pagar en efectivo a 25 pesos cubanos por litro, o incluso más caro en el mercado informal.
Así, terminas pagando por un combustible que es complicado de adquirir, pero que debes conseguir a toda costa, y adicionalmente, a veces necesitas desembolsar efectivo.
Cuba Noticias 360 confirmó que algunos de los propietarios de los vehículos presentes han entregado sus licencias operativas por esta situación, y actualmente siguen trabajando como taxistas, pero sin abonar a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), lo que implica que laboran de forma ilegal.
En marzo de este año, la Unión Cuba-Petróleo informó sobre la situación en la comercialización de combustibles en el país. En ese momento, afirmó que sus ventas a los principales mercados (generación de electricidad y servicentros) habían crecido en un 20 por ciento en comparación con enero y febrero. Sin embargo, desde hace meses, la venta de petróleo y gasolina, al menos en la capital, está atravesando situaciones difíciles, como lo demuestran las interminables colas en la ciudad.
La crisis energética en la isla se extiende a la generación eléctrica, tanto por la falta de combustible como por unidades de termoeléctricas fuera de servicio, según el gobierno. Por esta razón, en el país se experimentan apagones programados de varias horas. En La Habana, las interrupciones diarias han llegado a rondar las seis horas en las últimas semanas, mientras que en el resto de la nación se han reportado cortes de más de 12 horas continuas.