Fotos: Roy Leyra | CN360
Texto: Hugo León
Desde hace algunos años, un chiste habitual en Cuba decía que los cubanos nacían, vivían y morían construyendo. Esto se debía a que, debido a la crisis de la vivienda en la isla, era común ver trabajos de construcción en cada esquina, como barbacoas, cuartos adicionales y ampliaciones.
No obstante, los tiempos han cambiado, al igual que los precios. Con el pasar de los años, se ha vuelto menos frecuente observar obras realizadas por esfuerzo propio, y también han disminuido las brigadas estatales de construcción levantando edificios de vivienda.
Un aspecto que rara vez se menciona es que Cuba se encuentra en el cuarto año de la Política Nacional de la Vivienda, anunciada en 2018 por el gobierno con la intención de resolver en una década el déficit habitacional. Sin embargo, los objetivos son ambiciosos y aún quedan distantes, ya que los planes iniciales no se han materializado.
¿Cuál es el costo de construir en Cuba?
Antes de la implementación del reordenamiento monetario, construir en Cuba ya se consideraba una actividad reservada para quienes contaban con ciertos recursos económicos; hoy en día, es probable que se requiera tener una considerable solvencia económica y múltiples contactos para embarcarse en dicha tarea, dependiendo del tamaño del proyecto.
Los precios de los materiales de construcción son cada vez más altos y difíciles de conseguir; además, el costo de la mano de obra ha aumentado, a pesar de que en la actualidad hay más cooperativas dedicadas a la construcción y a la venta de materiales que hace cinco años.
La dificultad de encontrar materiales también se ve agravada por la escasez en las tiendas, ya sean las de materiales, rastros, minoristas o las especializadas en MLC para la construcción.
Por lo tanto, para poder construir en Cuba, es casi inevitable recurrir al mercado negro, que viene acompañado de precios inflados, falta de garantías y la constante posibilidad de fraudes.
De hecho, adquirir pinturas, cabillas, puertas, ventanas y la mayoría de los insumos de construcción en el mercado negro significa actuar al margen de la ley, ya que la mayoría de esos productos no son fabricados por sus vendedores, sino desviados de otras obras o del mercado estatal, y en el mejor de los casos, revendidos de este último.
Con tantos intermediarios y el incremento constante del costo del dólar, es de esperar que los precios de los insumos necesarios para construir estén en constante alza. Por ejemplo, un saco de cemento sellado de la marca Siboney ronda los mil 800 pesos, sin incluir el costo de transporte. Los anuncios en Revolico destacan que los sacos son “sellados y originales de fábrica”, lo que genera dudas sobre su origen.
Los bloques tienen un precio desde 85 pesos cada uno, dependiendo de si son criollos o “de fábrica”. Los bloques criollos son fabricados por cooperativas privadas, mientras que los de fábrica son producidos industrialmente por empresas estatales y suelen ser mucho más caros, llegando algunos vendedores a ofrecer cada bloque a 150 pesos.
Asimismo, cada saco de polvo de piedra, arena o gravilla cuesta alrededor de 200 pesos, y algunos vendedores indican que ofrecen descuentos tras la compra de más de 100 sacos o 500 bloques.
Considerando estos precios, que corresponden a los materiales más básicos y no incluyen acabados ni otros accesorios, se estima que un cuarto de 4 m X 3 m y 2.20 m de altura requeriría, al menos, 350 bloques, lo que equivale a un costo mínimo de 29 mil 750 pesos.
Para reunir esta cantidad, un cubano con salario promedio necesitaría ahorrar durante nueve a 10 meses sin gastar un solo centavo, sin haber adquirido aún la puerta, ventana, arena, cemento o el techo para su nueva habitación. Esta situación explica por qué en La Habana se pueden ver casas en proceso de construcción durante meses e incluso años.
¿Qué tan grande es el déficit habitacional en Cuba?
Al inicio de la implementación de la nueva Política Nacional de la Vivienda en 2018, Cuba requería poco menos de un millón de viviendas, una cifra significativa que representa cerca de la cuarta parte del total del fondo habitacional del país. Con esto en mente, se puede comprender la magnitud y la ambición del plan.
A mediados de 2021, el déficit alcanzó las 862 mil 879 viviendas, según estadísticas de la Presidencia de la República. Este organismo informaba que en tres años el fondo habitacional había crecido en 121 mil 886 hogares. Sin embargo, de continuar a este ritmo, Cuba requerirá más de 20 años para solucionar el problema, mucho más del tiempo estimado inicialmente.
¿Realmente se construye menos?
Es importante distinguir entre los alentadores planes de construcción en Cuba y su cumplimiento real. Las proyecciones para 2020 y 2021 no se materializaron, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), y el 2022 no parece ser mejor.
En abril de este año, el ministro de construcción, René Mesa Villafaña, aseguró que los planes eran edificar 37 mil 991 viviendas, rehabilitar 14 mil hogares, y realizar acciones de conservación en 21 mil, así como aumentar la producción relacionada con la construcción, como áridos, cemento, ladrillos, bloques de hormigón y mosaicos.
No obstante, en julio, la Dirección General de Vivienda informó a los Diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular sobre un retraso en ese plan, ya que hasta la mitad del año solo se había conseguido el 33 por ciento de lo previsto para los 12 meses.
A esto se suma el estado del parque habitacional cubano, donde casi el 40 por ciento estaba en condiciones regulares o malas en 2020, según datos oficiales. Esta información se refleja en las noticias sobre derrumbes y edificios dañados por ciclones o lluvias intensas, como las que afectaron a unas 750 viviendas solo en el occidente del país en junio pasado.
El problema de la vivienda sigue siendo uno de los más urgentes en el país, aunque otras crisis, como la concerniente a la moneda nacional o el éxodo migratorio, puedan hacer que este problema pase a un segundo plano, mientras continúa la construcción de hoteles para el turismo.