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Recientemente se hizo pública una carta impulsada por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) que negaba la existencia de represión gubernamental contra disidentes políticos y manifestantes pacíficos en las calles, a pesar de las contundentes pruebas que han circulado en medios independientes y redes sociales.
La misiva, firmada por cientos de intelectuales, algunos de ellos muy conocidos en la esfera pública, generó una respuesta crítica por parte de voces disidentes en la sociedad civil, quienes rechazaron de manera contundente este documento, tanto desde la isla como desde el exilio.
Unidos por el mismo objetivo de visibilizar la realidad cubana y denunciar la severa represión que se vive en la isla, un grupo de artistas e intelectuales elaboró una respuesta.
“Cuba es un país atrapado en una crisis múltiple, exacerbada por desastres naturales y sanciones externas, pero cuyo origen principal radica en el agotamiento del modelo económico y político vigente. En este contexto, una Constitución reconoce derechos que son sistemáticamente violados por funcionarios y fuerzas policiales. Un Partido único se impone sobre el Estado y una sociedad que es diversa en sus identidades y demandas”, se decía en esta firme respuesta.
“Donde más de mil ciudadanos están encarcelados por el simple hecho de manifestarse y expresarse, como sucede en otros países latinoamericanos. Donde el gobierno ha optado por invertir en hoteles en lugar de atender las carencias acumuladas de la población. Donde, en el último año, alrededor de 200,000 cubanos han huido, arriesgando sus vidas por cualquier medio. Esto es Cuba hoy”, añadían.
En su mensaje, subrayaban: “Escritores que han sido reprimidos justifican la represión. Historiadores y juristas embellecen el poder de la burocracia y abandonan al pueblo real. Investigadores que han centrado sus libros y artículos en el análisis de los sujetos populares, las dinámicas raciales o la exclusión social, hoy criminalizan las demandas y derechos de los grupos sociales que ayer defendieron en congresos y espacios académicos, ya sea en el país o en el extranjero”.
Hace unos días, el ensayista y crítico de cine Juan Antonio García Borrero comentaba al recibir la propuesta para firmar la polémica carta de la UNEAC: “En lo que respecta al documento en sí, no tendría nada que reprocharle, si no fuera porque, en mi opinión, una vez más retrasa el necesario debate nacional que tanto requerimos, un debate que nos ayude a entender la esencia de la crisis que actualmente vive la nación. Aunque el documento podría reflejar verdades circunstanciales, deja de lado lo que considero fundamental para entender el porqué de las protestas ciudadanas, que es la acumulación sistemática de no respuestas a problemas que han sido planteados durante décadas”.
Por su parte, el periodista Dean Luis Reyes elogió la postura de García Borrero y cuestionó a “varios de los firmantes, si se sienten bien acompañados en esta lista de signatarios junto a voceros, funcionarios oficiales, e incluso Alpidio Alonso, un ministro que lidera golpizas y arrestos violentos. O de un cantautor que alza el grito de ‘Patria o muerte’ mientras vive como burgués. O de individuos que mienten y manipulan en televisión y radio”.
Las reacciones a esta carta han sido contundentes. Cientos de artistas han utilizado sus perfiles en redes sociales para discutir el tema y firmar el documento de respuesta ante los argumentos presentados por la “sagrada” UNEAC.
En los últimos días, el músico cubano Roberto Carcassés, líder del grupo Interactivo, afirmó en un comentario que él ni su padre, el también músico Bobby Carcassés, habían firmado la carta respaldando la represión del régimen contra las protestas ciudadanas de las últimas semanas.
Para dar una idea, los intelectuales oficialistas sostienen que “son comprensibles la irritación y el descontento que provocan las necesidades cotidianas”, pero rechazan “su utilización perversa y politizada por aquellos que, guiados por intereses mezquinos y una considerable dosis de cinismo, fingen compasión hacia este pueblo sin preocuparse por sus sufrimientos”.