Un conjunto de expertos del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais) en Santiago, ha emitido una alerta sobre un aumento notable en la actividad sísmica en el oriente cubano. El vicedirector técnico de la institución, Enrique Arango, informó que esta inquietud se ha observado desde el pasado ocho de noviembre.
Los primeros registros significativos de actividad sísmica se registraron en las provincias de Camagüey y Las Tunas, donde en ambas áreas comenzaron a elevase estos registros imperceptibles para la población. Esta zona activa, situada al norte de esos territorios, carece de antecedentes en el registro sísmico instrumental y sus ocurrencias son monitoreadas sistemáticamente desde las respectivas estaciones.
Con aproximadamente nueve temblores perceptibles durante el año 2022, el Cenais y su Servicio Sismológico Nacional (SSNC) continúan con la vigilancia exhaustiva de estos eventos. Además, han ampliado recientemente una nueva unidad en La Habana.
La nueva instalación, localizada en Casablanca y perteneciente al Instituto de Meteorología, optimiza el funcionamiento del SSNC en el occidente de Cuba, donde también se registran estos fenómenos naturales, aunque no con la misma frecuencia que en la zona suroriental.
Al concluir el primer semestre del 2022, la actividad sísmica en Cuba no mostró anomalías, a pesar de la intensa actividad telúrica registrada al sur del archipiélago, específicamente al suroeste de Haití, asociada al terremoto de magnitud 7.3 reportado el 14 de agosto de 2021.
Sin embargo, en 2021 se reportaron 20 sismos en Cuba, la mayoría en la región oriental de la isla, que es la zona de mayor actividad telúrica. Cuba se sitúa en una región que abarca desde República Dominicana hasta México, donde convergen varios sistemas de fallas tectónicas y presenta una notable actividad sísmica.
Por el momento, aunque las posibilidades sean remotas, muchos ciudadanos de la región oriental del país permanecen alertas ante estos avisos y la frecuencia de los mismos. En los últimos años, los residentes de Santiago han incluso utilizado los parques de la ciudad como refugio ante el peligro asociado a esta actividad sísmica.