«¿Frustración, enojo, desilusión?» Reconocida académica reflexiona sobre las filas en CADECA.

Lo más Visto

Foto: Archivo | CN360

La destacada profesora universitaria y periodista estatal Iraida Calzadilla expresó su frustración e indignación sobre las largas colas en las Casas de Cambio (CADECA).

El periódico estatal Tribuna de La Habana publicó el mensaje de la profesora, quien relata su visita a la CADECA de 23 y J, en el Vedado, el pasado jueves.

“He estado casi 20 días en la fila para comprar 100 dólares, una moneda que no recibo como pago, pero que es crucial en la economía de todos los cubanos. A las 4:30 de la mañana intenté repetidamente marcar hasta que llegó el día en que por fin obtuve mi turno, silenciosamente, sin protestar ni moverme del lugar asignado, temiendo que el policía de turno decidiera sacarme y quedarme sin la posibilidad de comprar”, comenzó a contar Calzadilla.

La periodista, de 67 años, menciona que “dada la dificultad de tomar un autobús en la hora pico, camino todos los días desde mi casa, cerca de la revista Bohemia, hasta 23 y J”.

A pesar de “los dolores en los huesos, del pecho, de dos hernias discales, de mis rodillas desgastadas que parecen partirse a cada paso y de artrosis generalizada”, afirma que “necesito ese dinero. En mi futuro sólo tengo la opción de trabajar y ahorrar, como la guerrera que siempre he sido”.

Agrega que “no hay a la vista viajes de trabajo, y no aceptaré dinero de aquellos que viven en el exterior y enfrentan sus propios problemas. Soy parte de esa generación que aprendió que todo se obtiene con el sudor de la frente”, escribió.

Al llegar al lugar, Calzadilla se sorprendió al escuchar de “la compañera de CADECA que reparte los turnos” que a partir de ese jueves sólo atenderían “los turnos asignados a través de la aplicación digital TICKET, que comenzó en La Habana el día anterior”.

“Me doy la vuelta y pregunto a una afortunada que espera su turno digital. Me comenta que varias CADECAS colapsaron poco después de que empezó el nuevo sistema”, continúa la profesora, refiriéndose a la aplicación implementada por el gobierno cubano para organizar las colas en CADECA.

“¿Indignación, rabia, engaño? Siento todo eso a la vez. ¿Por qué quienes tomaron la decisión no lo informaron con anticipación? ¿Por qué no respetaron el sacrificio diario de cientos de personas que hicieron la cola organizada durante días? Deberían haber comunicado a través de los medios cuándo se realizaría el cambio. Otra vez, falta de comunicación eficiente. Cuánto daño hacen y cuán útil le hacen al enemigo”, se cuestiona y comenta Calzadilla.

Luego, afirma que “todo se acumula en esta nueva traición, en esta medida inconsulta, en este irrespeto hacia la cordura, hacia la población, hacia las personas de a pie, hacia aquellos que solo cuentan con su trabajo. Este día a día, que parece un manicomio, despoja mis más puros ideales, a los que aún me aferro a pesar de tantos golpes de la vida, parafraseando a un poeta”.

Calzadilla narra cómo una joven intentó ayudarla a obtener su turno a través de la aplicación móvil, pero “no hubo manera. Se niega, me consume los datos, y no reconoce mi contraseña. Escucho a una mujer mayor preguntando qué pasará con los que no tienen un móvil. Y otra diciendo que todo se ha descontrolado porque nadie sabe quién está delante o cuántos turnos se otorgarán, y cuán confiable es el sistema en un país donde casi todo lo nuevo se convierte en una oportunidad para el lucro de la clase emergente, que no son precisamente los trabajadores. Ya lo sabemos…”.

Al finalizar, Calzadilla asegura que “desde hace tiempo me levanto esperando un nuevo golpe desgarrador de la vida, una nueva decepción ante lo que me rodea, y veo que no hay una acción concreta que frene este desenfreno que se refleja en los rostros de mis amigos, vecinos y compañeros, que no viven en abundancia y enfrentan las agobiantes guaguas, los precios desorbitados, la escasez de alimentos y medicinas, y una angustia callada porque `¿para qué hablar si nada se resuelve?´”.

“De Martí y de Fidel aprendí que los hombres buenos, los que representan el decoro de muchos, defienden lo justo sin reservas. Y yo quiero morir en una Cuba que me dignifique”, concluyó la profesora y periodista.

Más Noticias

Últimas Noticias