Foto: Roy Leyra | CN360
Los molestos apagones han regresado a la realidad cubana este mes, aunque algunos podrían argumentar que nunca se fueron del todo. En la bahía de La Habana aún se pueden ver las centrales eléctricas flotantes provenientes de Turquía, y la interrogante sobre cuánta energía realmente aportan a la demanda nacional persiste.
Con estas centrales, las autoridades cubanas encontraron una forma relativamente rápida y sencilla de aliviar la demanda de generación eléctrica en la isla caribeña. El gobierno cubano firmó un primer acuerdo en 2018 con el operador turco Karpowership, que es propiedad de la empresa Karadeniz.
El acuerdo tenía una duración de cuatro años para tres pequeñas centrales eléctricas flotantes, que en conjunto suministran alrededor de 110 MW de capacidad. Sin embargo, al entrar en 2023, un año más del contrato inicial, la presencia de Karpowership ha crecido.
La octava unidad en Cuba llegó a La Habana a inicios de febrero, aumentando la capacidad total a aproximadamente 770 MW, lo que representa una cuarta parte de la demanda eléctrica mínima de Cuba, que es de 3,000 MW.
No obstante, los rumores sobre la posible salida de estas centrales del horizonte cubano ganan fuerza. La razón detrás de esto es el incumplimiento de obligaciones contractuales por parte del gobierno cubano en el ámbito internacional.
“Los cubanos no tienen dinero”, afirmó Jorge Pinon, investigador principal de UT Austin, en una conversación con el medio de prensa árabe AlArabiya. Además, el contrato con la empresa turca contemplaba el arrendamiento indefinido de un terreno en la Zona Especial de desarrollo del puerto del Mariel, lo que debería cubrir al menos los costos de los pagos iniciales.
La operación de estas centrales flotantes resulta muy conveniente para Cuba, que como es sabido, posee un sistema electroenergético que requiere reparaciones significativas y un profundo mantenimiento. La rápida incorporación de capacidad de generación portátil facilita además la desconexión de las plantas existentes para su revisión.
Construir nuevas capacidades de generación eléctrica en tierra no parece ser una opción a corto plazo para las autoridades cubanas, ya que esto implicaría superar obstáculos estructurales que afectan todos los proyectos de infraestructura en Cuba, como las sanciones estadounidenses y el acceso al capital, entre otros.