Foto: Roy Leyra | CN360
Texto: Hugo León
Entre 2021 y 2022, los casos de hurto y sacrificio de ganado mayor en Cuba aumentaron más del doble, según datos divulgados por la dirección de Ganadería del Ministerio de la Agricultura en medios estatales.
De acuerdo con un informe de Cubadebate, en 2021 se reportaron 31,690 incidentes de robos y sacrificios, mientras que en 2022 la cifra alcanzó los 82,445. La provincia más afectada fue Villa Clara, con más de 12,200 robos el año pasado, una cifra que triplica la del año anterior.
Le siguen en gravedad las provincias de Holguín, Matanzas, Cienfuegos y Las Tunas, cada una reportando entre 6,300 y más de 9,800 hurtos.
La situación no ha mejorado en 2023; en los dos primeros meses del año, Cuba registró 20,290 casos relacionados con el hurto y sacrificio de ganado mayor, lo que, de mantenerse esta tendencia, superaría ampliamente el triste récord de 2022.
Esta realidad impacta negativamente en las finanzas familiares de los campesinos y en las empresas donde trabajan, además de afectar la economía nacional y la disponibilidad de carne para la población, que ya se encuentra bastante limitada.
Por ejemplo, el aumento de más de 48,000 cabezas de ganado robadas representa aproximadamente 16,000 toneladas de carne que, en condiciones ideales, podrían haberse vendido a la población.
Ante esta situación, muchos ganaderos se plantean si deben renunciar a su licencia y abandonar la actividad o arriesgarse a enfrentarse a los ladrones. La policía, incluso llevando a cabo operativos nocturnos en cada municipio, se encuentra abrumada, ya que enfrentar varios robos en la misma área es una tarea complicada.
Para los ganaderos, las pérdidas no provienen solo del hurto en sí, sino también de las estrategias adoptadas para enfrentar el robo.
Si, por ejemplo, deben mantener a los animales encerrados durante más tiempo o alterar drásticamente sus rutinas de pastoreo para protegerlos de los ladrones, corren el riesgo de perder animales por causas naturales y de perjudicar su masa ganadera.
El director del sector ganadero en Cuba, Adrián Gutiérrez Velázquez, expresó su preocupación por este problema, señalando que, aunque parezca reciente, “el verdadero impacto del hurto y sacrificio afectará la ganadería en el futuro”.
Gutiérrez añadió que, más allá del descenso forzado de la masa ganadera, esta problemática se relaciona con la calidad de vida, lo cual influye en la productividad y deteriora a los animales.
No obstante, es importante recordar que el hurto y sacrificio de ganado en Cuba no es un fenómeno nuevo. En diversos momentos, cuando la crisis en el país se intensificó, esta «pandemia» ha adquirido mayor visibilidad en la agenda mediática.
Esto ocurrió, por ejemplo, después de la década de 1980, como recordaron campesinos de Villa Clara entrevistados por Cuba Noticias 360, y nuevamente entre 2010 y 2011, cuando el Estado lanzó la operación “Tauro” debido al incremento de robos de reses en la isla.
Los últimos años son un reflejo válido de esta situación: con el poder adquisitivo del peso en declive, inflación histórica, carne cada vez más cara y escasa, y tiendas que operan en divisas en las que el Estado no paga, el número de robos de animales para la venta ilegal o autoconsumo ha aumentado.
A lo largo del tiempo, las sanciones por delitos contra el ganado mayor en Cuba se han vuelto más estrictas, sin embargo, esto no ha logrado frenar el problema.
El primer Código Penal después de la revolución, que data de 1979, incluyó el sacrificio ilegal de ganado mayor como delito. En 1987 se establecieron penas de entre dos y cinco años de prisión para quienes sacrificarán reses y caballos sin autorización, y en 1999 las sanciones principales aumentaron de cuatro a diez años de prisión.
El actual Código Penal, vigente desde 2022, mantiene las penas para este delito, pero duplicó el tiempo mínimo de las sanciones para quienes comercialicen carne de ganado mayor sabiendo que proviene de un sacrificio ilegal.
Mientras tanto, la cantidad de cabezas de ganado mayor disponibles en Cuba actualmente es la mitad de lo que había hace unos 50 años, según datos oficiales, y la carne de estos es costosa, por lo que tiene escasa presencia en la dieta diaria del cubano.