Foto: Victoria Gracia | Flickr
Al igual que muchas otras celebraciones en Cuba en 2023, la Navidad se enfrenta a las dificultades de la crisis: hay menos árboles decorativos en comercios, hoteles y hogares; la disponibilidad de pinos artificiales, luces y guirnaldas en tiendas y redes sociales ha disminuido, y los precios son aún más elevados que el año pasado. Las decoraciones navideñas parecen estar al alcance de muy pocos bolsillos este diciembre.
Hubo un tiempo, antes de que el Papa Juan Pablo II reinstaurara la celebración del nacimiento de Jesús en el calendario cubano, en el que los árboles no eran populares en la isla, marcada durante décadas por un materialismo que solo creían quienes redactaban los manuales. Sin embargo, el aprecio por la festividad no desapareció con decretos; resurgió con más fuerza cuando el gobierno reconoció lo evidente: la religiosidad popular es parte intrínseca de la identidad cubana.
Aunque muchas personas decoran plantas de sus jardines en ausencia de pinos y abetos, los arbustos artificiales son los más comunes en la isla, adornados con guirnaldas de colores, bolas, bastones, ángeles, estrellas y una larga lista de detalles brillantes, siempre iluminados con luces fijas o intermitentes. La recreación del nacimiento, con sus tres Reyes Magos y pastores, representa un nivel más alto de perfección que implica una tradición familiar consolidada o un poder adquisitivo superior al promedio.
En estas mismas fechas de 2022, los habaneros se maravillaban al ver un enorme árbol decorativo en la calle Galiano, iluminado y ofreciendo un espectáculo a una ciudad que, hasta hace poco, consideraba tales prácticas como “diversionismo ideológico”. En la capital, las luces brillaban mientras las “áreas verdes” y otras zonas sufrían de apagones continuos.
No obstante, este año, el tan esperado espíritu navideño no es tan palpable en Cuba como en ocasiones anteriores. No solo se han reducido notablemente los espacios decorados, sino que apenas se habla de la celebración y son muy pocos los hogares que podrán disfrutar de una cena acorde a la festividad.
Desconsideradas por el propio gobierno, las tiendas que operan en moneda nacional apenas exhiben tres o cuatro artículos en sus vitrinas, ninguno de los cuales es adecuado para la Navidad; mientras tanto, los comercios en Moneda Libremente Convertible ofrecen árboles y decoraciones a precios exorbitantes, especialmente considerando las tasas de cambio en el mercado informal. En los negocios privados, los artículos son tan caros que parecen haber sido traídos en los trineos de Santa Claus.
Los cubanos que viven «al día», cada vez más numerosos, se resignan a observar los árboles de Navidad en las vitrinas, en los hoteles, o en los hogares de vecinos que sí pueden costearlos o que los almacenan y utilizan año tras año.
Más de 2,000 pesos por una guirnalda, 10 MLC por un juego de medias rojas con renos y 8,000 pesos por un árbol raquítico de apenas un metro de altura son cifras que muy pocos están dispuestos a pagar en tiempos en que un paquete de pollo cuesta la mitad de cualquier salario.
Ante la disyuntiva de alimentar el cuerpo o el espíritu, los cubanos lo tienen claro: un plato de congrí, bistec de cerdo y rebanadas de tomate es una señal de «estatus» mucho más poderosa que un árbol de Navidad iluminado.