Descubre a los trillizos cubanos que brillan en el ballet de Estados Unidos.

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Foto: Ángel Ramirez | Instagram

La escuela cubana de ballet goza de un reconocimiento internacional significativo. Sus más destacados embajadores son los bailarines que logran abrirse camino y triunfar fuera de las fronteras. Este es el caso de los jóvenes trillizos Marcos, Ángel y César Ramírez Castellanos.

Los tres bailarines, de 24 años, están conectados no solo por su genética, sino también por la pasión del baile, la cual empezó en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Hoy en día, han logrado hacerse un lugar en Estados Unidos.

Después de formarse en la Rock School for Dance Education de Filadelfia, en 2018, César y Marcos recibieron una oferta para unirse a Los Angeles Ballet, mientras que Ángel fue solicitado por el Atlanta Ballet.

En este contexto, César tuvo su debut como protagónico en la obra “The Phoenix”, un ballet inspirado en la fantasía cinematográfica que fusiona elementos de películas como Harry Potter y El Laberinto del Fauno, bajo la dirección del coreógrafo Chasen Greenwood.

Los trillizos siempre han caminado “por el mismo sendero”. Cuando su madre los llevó a ver “El Cascanueces” en diciembre de 2007 en Cuba, los tres decidieron ser bailarines sin pensarlo. “Después de ese día comenzamos a saltar, girar y bailar por todos lados”, recuerda César en una entrevista con EFE.

A pesar de su cercanía, el ballet afianzó aún más el vínculo entre ellos. “Desde pequeños, si veíamos que alguno hacía un movimiento incorrecto, ya sea un brazo, una cabeza o una mirada, lo señalábamos y nos corregíamos”, añadió.

Hijos de los artistas Remberto Ramírez y Marta Castellanos, los trillizos crecieron rodeados del mundo del arte, especialmente la pintura, aunque finalmente se decidieron por el ballet clásico.

Su impresionante presencia en el escenario y su unión familiar ya llamaban la atención en Cuba, cuando en 2013 aparecieron en el documental «Bailar como un hombre», realizado por la cineasta Sylvie Collier.

En esa ocasión, se le permitió a la directora acceder a la Escuela Nacional de Ballet, donde la cámara capturó a los niños en su rutina diaria, desde su hogar hasta la escuela, ensayos y la presentación pública de “Pedro y el Lobo”.

Para quienes los ven en el escenario, es casi imposible distinguir a los trillizos Ramírez Castellanos, ya que comparten la misma contextura física, tono de piel y estilo de cabello. “Nos gusta sentirnos como una unidad”, subraya César.

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