Foto: Archivo CN360
El martes 2 de diciembre de 2025, durante una reunión de gabinete transmitida desde la Casa Blanca, las cámaras captaron al presidente Donald Trump con los ojos cerrados en varias ocasiones, mientras sus ministros presentaban informes y elogios. Un análisis posterior reveló que en al menos nueve momentos distintos, Trump mantuvo los ojos cerrados por períodos prolongados, sumando casi seis minutos en una sesión que duró más de dos horas.
El incidente no pasó desapercibido: un video del evento fue compartido por el gobernador de California, Gavin Newsom, lo que provocó una ola de reacciones en redes sociales y medios internacionales.
Lo que añade una importante carga simbólica al suceso es que durante años Trump se burló de Joe Biden, llamándolo «Sleepy Joe», sugiriendo que su edad y falta de energía lo hacían incapaz de desempeñar el cargo de presidente de Estados Unidos.
Ahora, con imágenes que lo muestran visiblemente somnoliento en un acto oficial, han surgido críticas, burlas y cuestionamientos sobre su estado físico y su capacidad para afrontar las exigencias de la presidencia. Medios, comentaristas y satíricos han calificado el momento como una «vuelta de tuerca irónica»: de acusador a acusado.
Qué dicen la Casa Blanca y los defensores de Trump
Ante el escándalo, la vocera de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, defendió al mandatario, afirmando que “estaba escuchando atentamente y dirigiendo toda la reunión de tres horas”. Según su versión, el cierre ocasional de los ojos fue simplemente un signo de concentración o un breve momento de descanso, y no una evidencia de somnolencia real.
No obstante, la repetición del episodio en menos de un mes ha alimentado dudas públicas sobre su energía y salud, además de las esperadas burlas.
A sus 79 años, Trump se encuentra entre los presidentes más ancianos de Estados Unidos, al igual que Joe Biden, y la aparición de un jefe de Estado aparentemente dormido en público impacta la imagen de liderazgo, concentración y autoridad en tiempos de tensiones internacionales.
En un contexto mediático saturado, este episodio alimenta burlas, memes y críticas, pero también provoca debates serios sobre el envejecimiento, la capacidad de gobierno, la transparencia y la salud en la alta política.
