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El 12 de agosto de 2005, los cubanos recibieron la triste noticia del fallecimiento de Armando Lima. Este destacado presentador del pronóstico del tiempo en el Noticiero Nacional de Televisión y de la revista «Buenos Días» había logrado ganar la admiración de los televidentes gracias a su carisma y alegría al comunicar.
Armando Lima, originario de La Habana, nació el 11 de septiembre de 1949. En 1973 obtuvo el título de Licenciado en Meteorología y en el año 2000 se graduó como Máster en Ciencias Meteorológicas. A lo largo de su carrera, se desempeñó como especialista en Sinóptica, materia que llegó a enseñar fuera de Cuba. Sin embargo, su popularidad se consolidó al llegar a la televisión, donde su sonrisa y buen carácter dejaron huella. Frases como “Con mucho afecto los saludo”, “Que la dicha y el buen tiempo siempre estén junto a ustedes” o “Como siempre, les deseo lo mejor” definieron su labor como comunicador. Esta última se convirtió en parte del léxico popular en aquellos años, e incluso hoy muchos continúan utilizándola con el mismo énfasis que él solía emplear.
Dos décadas después de su partida, Armando sigue siendo recordado por el pueblo que lo veía a las 8:00 P.M. en la televisión, donde compartía el espacio con otro gran meteorólogo, José Rubiera. Ambos, con estilos diferentes, conquistaron a los cubanos, transformando la sección del clima en no solo un momento informativo, sino también en una oportunidad de aprendizaje.
A lo largo de su carrera, Lima recibió reconocimientos destacados, tales como los premios Rafael María de Mendive, Tomás Romay y Félix Elmuza, este último otorgado por la UPEC en reconocimiento a su labor en la divulgación meteorológica. Sin embargo, su mayor premió no fue uno material, sino el cariño del pueblo.
Después de completar el primer año de su doctorado en meteorología, el aclamado meteorólogo falleció a los 56 años a causa de un paro cardíaco en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas.
El legado de Armando Lima trasciende sus célebres frases; se recuerda como un hombre que compartió su conocimiento con humor y carisma, dejando una huella imborrable en la memoria de la televisión y la ciencia en Cuba.


