Foto: Cuba Noticias 360
Lejano ya el tiempo en que adquirir cigarrillos «al menudeo» era una solución para mitigar el vicio, Eladio Gómez ha reflexionado repetidamente sobre dejar de fumar; no porque su médico se lo haya recomendado para extender sus 62 años de vida, sino porque el precio de las cajetillas ha aumentado de manera tan exorbitante que ya no puede permitirse las que necesita para calmar su ansiedad.
“Yo alternaba una caja con otra —explica—, pero últimamente tengo que administrarme mejor, porque con el mismo dinero que gasto en unos Populares con filtro puedo comprar un paquete de salchichas para comer. Ya ni fumar se puede”.
El cigarro, al ser un vicio, no es un producto esencial. Por lo tanto, parece un lujo destinar cada vez más dinero a satisfacer un placer; no obstante, para los fumadores empedernidos esto se convierte en una cuestión de vida o muerte, una inversión obligatoria.
Entre los consumidores cubanos, los cigarros nacionales son los más demandados. El tabaco “hecho en Cuba” ha sido reconocido mundialmente por su calidad durante años, y marcas como Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, y Partagás son valoradas no solo en la isla, sino también en mercados internacionales. Sin embargo, el acceso a estos productos ha cambiado.
Precio del cigarro en la Cuba actual
Según algunos fumadores cubanos consultados, el precio de los cigarros locales ha aumentado considerablemente. “Antes, con 200 pesos podías comprar una caja de cigarrillos decentes en una tienda; ahora, con eso apenas te compras una cajita de los más baratos, y no en las tiendas estatales”, comenta Luis, un fumador habitual de La Habana, quien aprovecha para criticar la escasez de esta y casi cualquier mercancía en los establecimientos que el Estado prometió surtir mejor, y que ahora tienen los anaqueles casi vacíos.
Los precios de los cigarros nacionales más económicos pueden oscilar entre 200 y 300 pesos por caja. Para quienes prefieren opciones más exclusivas, como los famosos Cohiba o Montecristo, los precios pueden alcanzar hasta 1,000 CUP por una caja de 10 unidades, un lujo que pocos pueden permitirse en el contexto actual.
Para algunos, consumir el cigarro cubano sigue siendo un símbolo de resistencia. “Me gusta ese, siento que es parte de lo que somos. Aunque el precio haya subido, sigo buscando los que me gustan. A veces lo compro en la calle, más caro, pero no me importa. Es mi placer,” afirma Juan, un joven habanero que fuma desde su adolescencia.
Por otro lado, el mercado de los cigarros importados ha crecido en Cuba en los últimos años, en parte debido a la dificultad para conseguir productos nacionales y, en parte, por el auge de las mipymes que los traen “del más allá”. Marcas internacionales como Marlboro, Winston y Pall Mall están cada vez más disponibles, especialmente en mercados informales, tiendas privadas y hostales.
Las llamadas bodeguitas de barrio, esos establecimientos que parecen multiplicarse en cada cuadra del país y que operan bajo administración privada, también han democratizado el acceso a los cigarros importados, aunque los precios resulten prohibitivos para el cubano promedio: entre 500 y 1,000 pesos por caja, dependiendo de la marca y si tienen filtro o no.
El mercado informal continúa siendo una vía crucial para acceder a los cigarros en Cuba. A través de revendedores en la calle, muchos cubanos logran obtener productos a precios más bajos que en las tiendas oficiales. Sin embargo, la calidad y autenticidad de los cigarros pueden ser cuestionables, lo que genera incertidumbre entre los fumadores.
El mercado informal también está vinculado a la creciente dolarización de la economía cubana. Muchos de los productos, incluidos los cigarros, se venden a través de plataformas digitales y tiendas particulares que operan con divisas extranjeras, dejando a la población local con pocas opciones en pesos cubanos.
El panorama del cigarro en Cuba en 2025 refleja una paradoja: mientras el consumo de tabaco sigue siendo una tradición profundamente arraigada, el acceso a los productos más valorados se ha vuelto cada vez más exclusivo. La escasez de recursos, los altos precios y las restricciones del mercado han llevado a muchos cubanos a replantearse su relación con la nicotina.
Los cigarros cubanos siguen siendo considerados entre los mejores del mundo, pero para muchos en la isla, el placer de fumar se ha convertido en una elección de lujo que pocos pueden permitirse.



