Foto: Cuba Noticias 360
La representación oficial brindaba un matiz de optimismo. En el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM), autoridades cubanas junto a representantes de la Unión Europea y Francia inauguraban laboratorios equipados con tecnología avanzada, presentados como un hito en la modernización de la infraestructura sanitaria del país. Nuevos equipos, capacitación especializada y una capacidad diagnóstica expandida: todo en el marco de un proyecto internacional de cooperación. Sin embargo, los cubanos, fuera de esta imagen, enfrentan una situación epidemiológica tensa.
El Ministerio de Salud Pública (MINSAP) confirmó a medios estatales lo que muchos ciudadanos ya habían experimentado: el virus del chikungunya se ha diseminado en casi todo el territorio nacional, generando más de 31,000 casos sospechosos y una alta coinfección con el dengue. Solo en el último reporte, se registraron 753 nuevos casos de chikungunya y 847 de dengue, lo que, en palabras del doctor Francisco Durán, configura una “situación epidemiológica muy compleja”.
Durante el evento en La Habana, el embajador de la Unión Europea, Jens Urban, resaltó la relevancia de contar con acceso a agua potable y laboratorios que cumplan con estándares internacionales. Por su parte, el embajador de Francia, Raphaël Trannoy, describió la inauguración como “una puerta hacia un futuro más saludable para las familias cubanas”. Ambos celebraron el impacto del proyecto, que refuerza al INHEM, al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí y al Instituto de Nefrología, incluyendo sus sucursales a lo largo del país.
No obstante, ese “futuro saludable” no se manifiesta en la realidad cubana. Según el MINSAP, la epidemia de chikungunya abarca 14 provincias, 99 municipios y 164 áreas de salud. Más de 5,700 personas se encuentran hospitalizadas por sospechosas de tener el virus, de las cuales 95 están bajo cuidados intensivos, incluyendo a 16 niños en estado crítico. Durán no evitó mencionar un dato preocupante: el índice de infestación del mosquito Aedes aegypti es de 0.73, un nivel considerado de alto riesgo de transmisión.
Paralelamente al anuncio de los avances tecnológicos en diagnóstico, las cifras también reflejan retrocesos operativos: 142 equipos de fumigación estuvieron inoperativos recientemente, 109 por falta de personal y 33 por daños. Adicionalmente, provincias como Mayabeque, Matanzas, Las Tunas, Camagüey y la Isla de la Juventud no llevaron a cabo tratamientos adulticidas en el último informe disponible. En otras palabras, los vectores continúan activos mientras que los mecanismos de control están debilitados.
Los nuevos laboratorios del INHEM están equipados con tecnología para detectar contaminantes, como metales pesados, micotoxinas y bacterias patógenas en alimentos, agua y aire. También se anunció la capacitación del personal y la mejora de las condiciones laborales.
La inauguración de laboratorios modernos financiados por la cooperación internacional es una buena noticia, pero se da en un contexto de alta tensión epidemiológica. Entre discursos diplomáticos y estadísticas alarmantes, el país enfrenta un dilema difícil de pasar por alto: ¿cómo mantener una narrativa de avances en salud pública cuando miles de personas lidian diariamente con una epidemia y un sistema que no logra hacer frente a la situación?



