Foto: Cuba Noticias 360
Texto: Fede Gayardo
Las autoridades de Cuba están intentando combatir el avance del dengue y el chikungunya mediante una serie de ensayos clínicos y medicamentos experimentales, en un momento en que ambas arbovirosis están en fase de transmisión activa en gran parte del país.
Durante el programa televisivo Mesa Redonda, Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), afirmó que hay 21 investigaciones en curso con productos nacionales. Este esfuerzo se realiza en medio de una crisis sanitaria caracterizada por el colapso hospitalario y la escasez de recursos básicos.
Durán mencionó que el sistema de salud está trabajando “intensamente, como lo hicimos durante la Covid-19”, un mensaje que ha sido replicado por los medios estatales para transmitir tranquilidad. Sin embargo, los testimonios ciudadanos revelan una realidad totalmente diferente: hospitales abarrotados, falta de medicamentos esenciales y servicios saturados debido a la emergencia epidemiológica.
Entre los compuestos en estudio destaca Jusvinza, originalmente desarrollado para pacientes graves de COVID-19 y que ahora se está probando en enfermos con chikungunya en fases crónicas y subagudas, apoyándose en su supuesto efecto antiinflamatorio e inmunomodulador.
También se está evaluando la ozonoterapia rectal para aliviar las secuelas articulares post-infección, así como Cumeric, unas gotas nasales de cúrcuma que, según el MINSAP, podrían proporcionar cierta protección contra estas enfermedades transmitidas por mosquitos.
Además, se promueve el uso de Biomodulina T y Thymalin, dos inmunoestimulantes comúnmente utilizados en adultos mayores, que ahora se han incorporado a una “intervención sanitaria” dirigida a grupos vulnerables, con especial énfasis en el municipio habanero de Cotorro.
Las declaraciones de Durán llegan en un contexto crítico, con más de 20,000 casos confirmados de chikungunya y miles de personas con fiebre en todo el país. A pesar de que el MINSAP asegura que hay una “tendencia a la disminución”, médicos y ciudadanos describen una realidad diferente, donde las fumigaciones son ineficaces, los medicamentos son escasos y los basureros crecen cerca de los hogares, facilitando la proliferación de los agentes causantes de las infecciones.
Mientras tanto, el gobierno presenta estos medicamentos como una prueba de “soberanía científica”, aunque los hospitales carecen de sueros, antibióticos y personal, y los ensayos clínicos se llevan a cabo sin transparencia ni supervisión independiente. Las cifras de contagios, las denuncias de desatención y las presuntas muertes no reportadas reflejan un país atrapado entre el aumento del mosquito, la precariedad institucional y un sistema de salud agotado.



