Foto: Archivo CN360
En un desarrollo que pone de manifiesto la gravedad de la crisis energética en Cuba, el gobierno ha anunciado que las empresas con capital extranjero podrán importar su propio combustible directamente cuando el país no pueda proveerlo.
La afirmación se realizó este martes por el viceprimer ministro y ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Óscar Pérez-Oliva Fraga, durante la apertura del VIII Foro de Inversiones en La Habana, un evento en el que las autoridades prometieron proporcionar un ambiente de negocios “más moderno, ágil y transparente”.
Este reconocimiento es inusual por su franqueza: el Estado no puede garantizar el suministro de combustible ni siquiera a los inversionistas extranjeros, que tradicionalmente han sido una prioridad en el modelo económico cubano.
Según lo indicado por Pérez-Oliva, las compañías podrán comprar combustibles en divisas y, si el país no tiene suficientes existencias, se les permitirá hacer sus propias importaciones sin restricciones.
A pesar de que el funcionario sostuvo que el gobierno está trabajando para cambiar esta situación, admitió que la escasez de combustible podría prolongarse, lo que confirma que la crisis energética afecta incluso a los actores económicos más privilegiados.
Este anuncio se produce en un momento crítico: los apagones superan las 10 horas diarias, hay colas extensas en las estaciones de servicio y la infraestructura eléctrica opera al límite. En este escenario, la autorización para que los inversionistas importen combustible muestra que el deterioro ha alcanzado niveles en los que el Estado deja de cumplir funciones básicas que durante décadas controló de forma centralizada.
Además del tema energético, Pérez-Oliva informó que el Gobierno aplicará un “esquema diferenciado” que permitirá a las empresas extranjeras operar con mayor flexibilidad tanto en pesos cubanos como en divisas. Este mecanismo es parte del proceso de dolarización parcial, que se ha acelerado en los últimos años a raíz del colapso del sistema monetario interno.
Mientras la población enfrenta precios desmesurados, salarios insuficientes y un deterioro acelerado de los servicios básicos, el gobierno vuelve a buscar atraer capital extranjero, suavizando cada vez más las normas. Entre las nuevas medidas, resaltó la posibilidad de que los inversionistas elijan directamente a sus trabajadores, algo que las empresas extranjeras han solicitado durante mucho tiempo debido a la intermediación obligatoria de las entidades estatales, y la autorización para pagar gratificaciones en divisas, siempre que provengan de ingresos externos y se manejen a través del sistema bancario.
Estas concesiones se otorgan pocos días después de que las autoridades impusieran una especie de cerco financiero que limitó la extracción y repatriación de divisas por parte de empresas extranjeras, embajadas y otros organismos internacionales. Esta decisión ha incrementado la desconfianza entre inversionistas y diplomáticos, y contrasta con el discurso oficial que intenta presentar a Cuba como un destino seguro para la inversión.


