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En un contexto donde lo digital predomina, Cuba revive la magia del vinilo como una expresión de identidad cultural y estrategia comercial. La Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem), la disquera más antigua del país, ha llevado a cabo una ambiciosa iniciativa para revitalizar este formato analógico, que no solo trae consigo recuerdos emotivos, sino que también ofrece una oportunidad para rescatar y exportar el legado sonoro de la isla.
El interés por los discos de vinilo en Cuba no es una tendencia efímera, sino un movimiento robusto que se encarga de preservar el patrimonio musical nacional. En la cuarta edición del Encuentro Internacional de Coleccionistas y Melómanos, recientemente celebrado en La Habana, se puso de manifiesto el entusiasmo por este formato a través de exposiciones, tertulias y ventas que atrajeron a un público diverso. El vinilo, con su sonido cálido y su valor histórico, continúa siendo un objeto de culto tanto para las generaciones que crecieron con él como para los jóvenes que lo descubren como un símbolo de autenticidad.
La Egrem alberga la mayor colección de vinilos en el país y ha decidido relanzar su producción como parte de una estrategia de diversificación y rescate patrimonial. En la actualidad, se están fabricando 15,000 ejemplares en España, dado que la planta cubana de vinilos ha permanecido inactiva durante décadas. Esta colaboración internacional incluye títulos emblemáticos y contemporáneos de artistas como Elena Burke, Irakere, Van Van y Alain Pérez, así como compilaciones temáticas de géneros como el son, el jazz afrocubano y la nueva trova.
La estrategia va más allá de la producción. La Egrem busca establecer alianzas con plataformas internacionales para exportar estos discos, aprovechando el creciente interés global por la música cubana. En países como Estados Unidos, el vinilo constituye más del 70 por ciento de las ventas de música física, y su demanda está creciendo entre jóvenes de 18 a 34 años, lo que abre una nueva ventana comercial para la isla.
Hasta hace poco, el Patio Areito era el único lugar de venta de vinilos en Cuba; sin embargo, la red comercial se ha expandido para incluir espacios como la tienda del Aeropuerto Internacional José Martí y el Álbum Kafé en Miramar, que ofrecen ediciones especiales de LPs de los años 70 y 80, así como reediciones remasterizadas de grabaciones icónicas.
Aunque marcas como Radiocuba, HCM o Victor todavía están presentes en los hogares cubanos, la industria internacional ha modernizado los tocadiscos, haciéndolos portátiles y compatibles con dispositivos digitales. Esta evolución ha permitido que nuevas generaciones se acerquen al vinilo no solo como un objeto funcional, sino también como un elemento decorativo y símbolo de estilo vintage.
El relanzamiento del vinilo en Cuba enfrenta desafíos como los altos costos de producción externa y la necesidad de educar al público en la apreciación de este formato. Sin embargo, existe una base sólida de interés y consumo, un archivo discográfico invaluable y una tendencia global favorable.



