El juicio de Alejandro Gil en Cuba llega a su fin y está listo para recibir sentencia.

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Foto: Archivo CN360

El juicio del exministro cubano de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, ha llegado a su fin y está listo para sentencia, según informaron diversas fuentes cercanas al caso este miércoles.

Esta decisión indica que el tribunal ha considerado agotado el debate judicial y se apresta a emitir un fallo en los próximos días, tras semanas de audiencias llevadas a cabo a puerta cerrada en virtud de la “seguridad nacional”.

Gil, quien fue destituido en febrero en medio de un escándalo que impactó a la cúpula gubernamental, enfrenta acusaciones sumamente graves que abarcan espionaje, malversación, lavado de activos, falsificación de documentos públicos, evasión fiscal y tráfico de influencias. Aunque las autoridades no han proporcionado detalles públicos sobre las pruebas, han admitido la “particular sensibilidad” del caso.

Todo el proceso judicial se ha desarrollado sin acceso a la prensa independiente ni a observadores, lo que ha alimentado especulaciones y dudas sobre la transparencia del mismo. Para muchos cubanos, este caso recuerda momentos en los que el Estado ha utilizado a funcionarios en desgracia como chivos expiatorios en tiempos de crisis nacional.

El juicio se lleva a cabo, además, en uno de los peores contextos económicos del país en décadas y en medio del impacto del huracán Melissa, lo que ha reforzado la percepción pública de que este proceso busca asignar responsabilidades y controlar el descontento social.

Durante las últimas semanas, la hija del exministro ha sido una de las pocas voces cercanas al acusado que se ha manifestado públicamente sobre el juicio. En redes sociales, ha defendido la inocencia de su padre y cuestionado la gravedad de los cargos, enfatizando que el exministro actuó “siempre dentro del marco institucional” y que no tuvo acceso a información estratégica que justificara una acusación de espionaje.

Sus mensajes han circulado ampliamente entre cubanos dentro y fuera de la isla, convirtiéndose en un punto de referencia emocional para quienes siguen el caso, y planteando a la vez preguntas obvias pero contundentes: “¿A qué país o países se dice que prestó servicio? ¿Qué información se filtró? ¿Desde cuándo? ¿Por órdenes de quién?”

Y, evidentemente, siendo Alejandro Gil no la primera figura de alto perfil a caer en desgracia en Cuba en circunstancias cuestionables, las preguntas se hacen aún más pertinentes.

Son interrogantes similares a las que plantea la ciudadanía, que sufre las consecuencias de las fallidas políticas económicas anunciadas por Gil, pero que también fueron aprobadas, firmadas, respaldadas y supervisadas por la élite del Consejo de Estado cubano y del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Es desde el PCC donde se trazan las estrategias a seguir por los ministerios y las autoridades cubanas a todos los niveles, así como establece la Constitución de la República. Entonces, ¿por qué solo Gil es enjuiciado por el desastre de la isla? Otra pregunta que se hace el pueblo cubano entre apagones y la miseria que enfrenta.

Los cubanos también juzgan a Alejandro Gil pero en “juicios” a puerta abierta.

Alejandro Gil y el modelo económico cubano de los últimos años

Alejandro Gil ha sido, durante años, una de las figuras más reconocibles del gobierno cubano. Como ministro de Economía y luego viceprimer ministro, fue la cara de la Tarea Ordenamiento, de la bancarización, de la reunificación monetaria, de las tiendas en MLC y otras reformas económicas polémicas que dejaron a Cuba en una situación aún más crítica.

Defendió abiertamente la unificación monetaria, los aumentos salariales, las nuevas regulaciones para el sector privado y las proyecciones que jamás se materializaron. Para muchos, Gil se ha convertido en símbolo del deterioro económico; para otros, en uno de los pocos funcionarios que intentaron modernizar la economía sin desmantelar la estructura política del sistema.

Su rápida transición de un funcionario omnipresente en la televisión nacional a acusado de espionaje ha suscitado preguntas sobre las verdaderas razones detrás del juicio.

A medida que el tribunal se prepara para la sentencia, el caso mantiene en suspenso a la opinión pública. Dentro de Cuba, existen dos posturas claras: quienes piden una condena ejemplar como sanción por la crisis económica, y quienes ven en el proceso un ajuste interno de cuentas dentro del poder.

La gravedad de los delitos imputados sugiere una condena elevada, que podría ir desde varias décadas de prisión hasta cadena perpetua, aunque no hay confirmación oficial hasta el momento. Con el juicio ya cerrado y la sentencia a la espera, el caso de Alejandro Gil se ha perfilado como uno de los procesos judiciales más significativos y herméticos de los últimos años en Cuba.

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