Foto: Ramón Espinosa / AP
“Ese televisor ya no sirve para nada, pero es de él”, escribe en una publicación la periodista Yuliet PC. Un hombre se aferra a él y lo carga en medio del agua que le llega al pecho, como si le diera la vida, dejando atrás su casa inundada. ¿Es esto lo único que le queda?
Es 29 de octubre, en alguna parte de Santiago de Cuba. El fotoperiodista Ramón Espinosa captura esta imagen para la agencia AP. El huracán Melissa ha dejado un panorama de devastación. Más desesperanza, más tristeza entre los cubanos. Los videos, las fotos y los reportes no cesan. Nadie puede dormir.
La imagen, que retrata a un país, ha dado la vuelta al mundo y ha sido reproducida por la prensa internacional. No solo por lo que muestra, sino por lo que simboliza: la lucha por sobrevivir en medio del caos, el desastre y la pérdida, aferrándose a lo poco que se posee.
Algunos dicen que su nombre es Emilio José, apodado «Palo Seco». Otros, alejados de este rumor, aseguran que su verdadero nombre es Duany Despaigne. Lo que ya toda Cuba conoce es su mirada, entre la rabia y la resignación. “Tengo un gran deseo de encontrar a ese hombre y devolverle su televisor”, agrega Yuliet PC. Incluso, el comediante Andy Vázquez, reconocido por su personaje Facundo en el programa Vivir del Cuento, deja su número personal para contactar a Emilio y regalarle uno nuevo. Así, la imagen se vuelve viral.
Ese televisor puede que haya sido el resultado de años de ahorro. Quizás era el único objeto de valor que quedaba en su hogar tras el paso del ciclón. O tal vez, como mencionan algunos en los comentarios, era su única compañía durante las noches. En Cuba, ningún objeto es solo eso. Cada cosa lleva consigo una historia de sacrificio y resistencia.
El huracán Melissa ha llegado en el momento más inoportuno. Con una economía devastada, apagones constantes, hospitales sin recursos y una población emocionalmente agotada, el país no estaba preparado para enfrentar un fenómeno de tal magnitud. Aun así, más de 700,000 personas fueron evacuadas, la mayoría a casas de familiares y amigos.
En la madrugada del 29 de octubre, cuando el ojo del huracán tocó tierra en el oriente cubano, ya intuíamos que el desastre sería profundo. Melissa trajo consigo vientos superiores a 200 kilómetros por hora, lluvias intensas y ríos desbordados. Pero, sobre todo, destapó una realidad que ha ido persistiendo durante años: un país frágil, sumido en la escasez y un gobierno que promete pero no cumple.
En medio de todo este caos, la imagen ha adquirido vida propia. Se comparte como símbolo de resistencia, pero también de desesperanza. La metáfora de una nación que arrastra con lo poco que le queda, aunque ya el televisor no sirva. Aunque solo quede aferrarse a lo que pudo haber sido, con un hálito de fe.
El fotoperiodista Ramón Espinosa ha dejado una imagen de la que seguramente se hablará mucho en los próximos días. No es la primera vez que su lente se convierte en protagonista. Sus fotos, meticulosamente capturadas en medio de este crítico momento, están documentando estos días de tragedia, el terror que vivieron miles de cubanos esa madrugada de octubre, cuando Melissa decidió atravesar sin compasión el Oriente del país, como si no hubiera sido suficiente lo que estaba dejando atrás.
Costará tiempo recuperarse y hablar de normalidad. Costará sanar esta herida.

                                    

