László Krasznahorkai, de Hungría, recibe el Nobel de Literatura 2025.

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Foto: László Krasznahorkai | Facebook

Este jueves, la Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura al autor húngaro László Krasznahorkai, de 71 años, por su obra “cautivadora y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. Esta decisión resalta una literatura densa, crítica y persistente, influenciada por el legado de la Hungría comunista y su incierto camino hacia la democracia.

Nacido en Gyula en 1954, el autor simboliza la resistencia intelectual ante la rapidez de la cultura contemporánea. Sus libros, traducidos al español por la editorial Acantilado con la colaboración de Adan Kovacsics, son reconocidos por su estilo pausado y exigente, alejados de modas y tendencias. La Academia lo ha caracterizado como un “gran escritor épico de la tradición centroeuropea”, heredero de las obras de Kafka y Thomas Bernhard, inmerso en el absurdo y el exceso grotesco.

En una entrevista con El País en 2024, durante las Conversaciones de Formentor celebradas en Marruecos, Krasznahorkai expresó su escepticismo sobre el lugar de su literatura lenta en la actualidad. “Tras media página, los niños se cansan. Esta literatura es para un grupo muy aislado de lectores”, comentó. Curiosamente, un año después, esa “islita” ha alcanzado la cima de la literatura universal con este galardón.

Krasznahorkai ha centrado su obra en la exploración de la fractura de la identidad húngara posimperial, los traumas de los conflictos bélicos y la deriva autoritaria del presente. En su novela más influyente, «Melancolía de la resistencia», denuncia la incapacidad de sus compatriotas para construir una democracia sólida: “Nunca entendí cómo aquellos que aceptaron la dictadura pudieron fundar un nuevo régimen”, afirmó en la misma entrevista.

Su visión sobre Hungría es cruda y crítica; sostiene que los húngaros “son cobardes, evitan los conflictos y, cuando se enfrentan a ellos, estallan en violencia”. Esta falta de cultura del diálogo, agrega, ha impedido que la sociedad reconozca la dignidad de los demás. Ante esta situación, su obra ofrece una introspección radical y una defensa del pensamiento como forma de resistencia.

El Nobel también resalta su conexión con Oriente. Títulos como «Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río» y «Seiobo There Below» manifiestan su fascinación por la estética japonesa y china, integrando un tono contemplativo que contrasta con el ruido del mundo moderno. El jurado enfatizó esta influencia oriental como parte de su originalidad.

Basilio Baltasar, presidente del jurado del Premio Formentor —que Krasznahorkai recibió en 2024—, lo celebra como “un homenaje a la gran literatura y a la inteligencia cognitiva de los mejores lectores”. Adicionalmente, obras como «El barón Wenckheim vuelve a casa» han sido descritas por la crítica como “una imaginación apocalíptica sin concesiones al lector”, y han sido llevadas al cine por el también húngaro Béla Tarr.

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